Lo que quieras Tú, lo quiero yo

lunes, 12 de agosto de

“Nuestra santidad consiste en el amor y la perfección del amor consiste en hacer la voluntad de Dios. Nuestro Redentor, al entrar al mundo, según el Apóstol dijo: «- Tu no has querido sacrificio ni ofrenda.

Entonces dije: – Aquí estoy para hacer, oh Dios, tu voluntad» (Heb 10, 5-7).

Y no pocas veces aseguró que había bajado a la tierra no para hacer su voluntad, sino la de su Padre Eterno (Jn 6, 38).

Por eso, Jesús nos enseñó a pedir la gracia de cumplir la voluntad de Dios como lo hacen los bienaventurados en el cielo, diciendo: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

¿Quién ama a Jesucristo de todo corazón sino aquél que dice con el Apóstol: “Señor, ¿qué quieres que haga?”

Cuando quieres lo que Él desea, estás buscando tu verdadero bien porque el Señor ha resumido su gloria en hacernos felices.

Siendo Dios por naturaleza Bondad Infinita y siendo propio de la bondad comunicarse a otros, tiene entrañables deseos de hacer partícipes a todos los hombres de sus bines y de su felicidad. Y si permite las dificultades en nuestra vida, todas las encamina para nuestro bien, como dice San Pablo: “Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman”.

El secreto es saber identificarse con su voluntad. Digamos a menudo: “Lo que quieras Tú, lo quiero yo”.

Pensemos siempre en Dios y en cumplir su Santa Voluntad, porque Él pensará en nosotros y en nuestro bien.

Quien quiera vivir así debe vaciar su corazón de todo lo que nazca del amor propio, del orgullo, del egoísmo, lo que significa olvidarse de sí para no buscar más que la voluntad de Dios. A esto debemos orientar todos nuestros deseos, acciones y oraciones. El que así vive goza de una paz y alegría inalterables.”

 

San Alfonso María de Ligorio