Lunes 01 de Agosto de 2022 – Evangelio según San Mateo 14,13-21

lunes, 25 de julio de
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Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos. Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: “Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos”. Pero Jesús les dijo: “No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos”. Ellos respondieron: “Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados”. “Tráiganmelos aquí”, les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

 

 

Palabra del Señor

P. Javier Verdenelli Sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

Este relato inicia narrando que Jesus acababa de enterarse de la muerte de Juan, el precursor, el bautista… ademas de ser su pariente… y busca un lugar para estar a solas, como nos puede suceder a nosotros cuando necesitamos un momento “para nosotros”, por el que tambien a veces andamos como buscando que se compadezcan de nosotros.

Pero el corazon de Jesus, y a partir de esta experiencia el de sus discipulos tiene que estar siempre abierto a la necesidad de los hermanos, para quienes es la abundancia del Reino.

Para la reflexión personal

• ¿Te esfuerzas por realizar gestos de solidaridad hacia los que están cerca de tí compartiendo el camino de la vida? Ante los problemas concretos de tus amigos o parientes, ¿sabes ofrecer tu ayuda y tu disponibilidad a colaborar para encontrar vías de solución?

• Jesús, antes de partir el pan, eleva los ojos al cielo: ¿sabes tú dar gracias al Señor por el don diario del pan? ¿Sabes compartir tus bienes con los demás, especialmente con los pobres?