Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. El les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”.Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.Tomas respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”.Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”.
Estamos celebrando, en este 3 de julio, la fiesta del apóstol Santo Tomás. Así que en la misa vas a ver que el sacerdote hoy se viste de rojo, que es el color del testimonio, el color de la sangre derramada por Jesús, del martirio y el color de los apóstoles que dieron su vida como testimonio del amor de Dios.El evangelio que compartimos hoy, la Palabra que nos muestra la liturgia, nos relata el episodio de este encuentro de Jesús resucitado con los apóstoles, una de las primeras apariciones de Jesús.
El primer detalle interesante que podemos subrayar para meditar es el estar lejos. Así que lo primero es la necesidad de volver. Fijate que el Evangelio lo dice muy claro, Tomás no estaba con el grupo cuando apareció Jesús. El Señor se apareció y Tomás no estaba. Muchas veces queremos milagros en nuestras vidas y que Dios nos escuche, pero no estamos de verdad en Dios. Es decir, estamos pero no estamos, creemos que estamos pero en realidad no lo estamos. Creemos pero no creemos. Pensamos que estamos cerca de Jesús, que hacemos las cosas bien, pero habría que revisar si estamos viviéndolo en serio al Señor en nuestras vidas. Así que la pregunta que nos podemos hacer es ¿estoy o no estoy? ¿Soy de Cristo o no soy de Jesús? ¿Qué me dice mi corazón? ¿Qué me dice mi conciencia hoy? ¿Qué me está diciendo el Señor? Quizás sea un buen momento para profundizar en mi relación con Dios. Por supuesto Tomás era de Jesús, había sido llamado por él, lo había asumido, pero no estaba cuando Jesús llegó. Tal vez Tomás estaba ocupado con otras cosas y cuántas veces, cuántas veces a vos y a mí nos puede pasar lo mismo, perdernos en cosas que no son tan importantes. Así que no te olvides de lo esencial, que tu vida esté en Jesús y frente a Él. Y si estás lejos, no te confundas, volvé a encontrarte con Jesús. En segundo lugar, recordá que el sentimiento no lo es todo. ¿Y qué frase es esta? Porque cuántas veces aparece en tu vida y en la mía esa lucha interna de no sentir a Dios o de incluso pensar que nunca experimentaste un encuentro con Él, un encuentro con Jesús. Es más, capaz que sos de ir a misa, de rezar todos los días, de confesarte, de estar en un grupo, de un apostolado e incluso hasta de hablar de Dios con los demás. Es un poco loco esto, pero muchas veces buscamos pasar la vivencia de la religión en solo una experiencia sensitiva y no lo siento a Dios y ya está, pero no. A Dios no hay que sentirlo, hay que experimentarlo, es diferente esto. Por eso Tomás dice si no lo veo no lo creeré. Acordate entonces que la vida cristiana no pasa por sentir a Dios sino más bien por vivirlo en la fe. Por eso la fe es aquello que permite reconocer a Cristo resucitado en tu vida en cada situación y decidirte a seguirlo. Te lo repito, la vida no pasa solo por los sentidos. Además ya sabemos que de los sentidos no nos podemos fiar demasiado. Hoy por hoy parece que todo tiene que ver con lo que sentís y que esa es la única medida. Así que ojo, ojo, porque no hay que hacer siempre lo que siente uno. No hagas siempre lo que sentís porque vas a terminar pensando como sentís y tu vida se va a volver muy muy inestable. Dios muchas veces no se manifiesta en lo sensible para que nuestro acto de fe sea verdaderamente libre y podamos creer sin ver. Por eso hay que pedirle al Señor la gracia de vivir una fe basada en el encuentro con Él. No vivas pidiendo señales sensibles a cada rato, pedimos bien pequeñas certezas que te hagan crecer. Por último, no te cierres a la presencia de Jesús, que es lo que le pasaba a Tomás, estaba descreído, estaba golpeado, renegado y quizás hasta desilusionado, enojado con Dios y eso lo lleva a estar cerrado a la presencia de Jesús. Y sí, a nosotros, a vos y a mí, nos puede pasar así también, estar con el corazón cerrado. Por eso el Señor elogia a los que creen sin haber visto. Y la respuesta de Tomás es una de las más lindas frases del evangelio, una frase que muchas personas repiten en su corazón en la misa, en el momento de la consagración, “Señor mío y Dios mío”. Qué maravilla eso de poder caer rendido, arrodillarse frente a Jesús y poder decirle “Señor mío y Dios mío”, reconocer que el Señor es todo. Bueno, animate hoy en tu rato de oración a hacer de esta frase lo más importante de tu día. Acordate del evangelio del domingo. No temas, basta que creas.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañen siempre. Amén