Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida”. Los fariseos le dijeron: “Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale”. Jesús les respondió: “Aunque yo doy testimonio de mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie, y si lo hago, mi juicio vale porque no soy yo solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió. En la Ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí”. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?”. Jesús respondió: “Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre”. El pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora.
De la imagen de la luz viene la claridad. Cuando hay luminosidad todo se ve naturalmente más claro. Y la luminosidad: Vivir iluminados, estar en la claridad, s todo lo opuesto a la confusión: Que nace de la oscuridad. ¡Y que provocaba estar desorientados!
Cuando uno vive en la oscuridad, en la confusión, o estando desorientado no encuentra el sentido, no encuentra alegría y sin ninguna duda no encuentra la paz.
En el evangelio de hoy vemos cómo seguirlo a Jesús, es ser sus discípulos, es pensar como él, sentir como él, y actuar,obrar como él. Porque si dices Jesús: El que me sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida.
Pensar, sentir y obrar como Él. El estilo de Jesús, su modo de ser y sobre todo su modo de amar. Jesús ayúdanos a pensar, a sentir y actuar como vos.
Ayúdanos a convertirnos, a ser tus discípulos, a imitarte y a dar ese testimonio en el mundo.
¡Que dios te bendiga y que la virgen te cuide mucho!