Lunes 06 de Noviembre de 2023 – Evangelio según San Lucas 14, 1. 12-14

miércoles, 1 de noviembre de
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Un sábado, Jesús entró a comer en casa de unos de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.Jesús dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!»

Palabra de Dios

Padre Matías Burgui | Sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

El evangelio con el que comenzamos esta semana continúa esta enseñanza de Jesús sobre distintos aspectos del discipulado, pero también sobre el servicio. Por eso hoy estamos tratando este tema que tiene que ver con la mesa, con la comida, y lo central es fijarse en el que no tiene. Entonces te invito a meditar un par de puntos.

En primer lugar, no seas interesado. ¿Qué es lo más difícil que es esta enseñanza de Jesús? ¿Cómo cuesta ir purificando nuestras intenciones para hacer el bien sin mirar a quién? Es lo que hizo el Señor, que pasó su vida haciendo el bien a todos, predicando el evangelio con sus palabras pero también con sus obras. Fíjate que la costumbre en la época de Jesús era que nadie se sentaba alrededor de la mesa con personas desconocidas. Por eso el Señor manda a romper con lo estipulado y pide que se invita a los excluidos, a los pobres, a los lisiados, a los enfermos, a los ciegos. ¿Por qué? Porque en la invitación desinteresada, dirigida a esas personas que están excluidas y marginadas, hay una fuente de felicidad. Dice el evangelio, serás feliz porque ellos no tienen cómo retribuirte. Una felicidad extraña, una felicidad diferente la que plantea Jesús. Podríamos decir que es una buena bienaventuranza, una novedad, algo nuevo. Podríamos decir que la felicidad que nace del hecho de haber hecho un gesto con total generosidad es el punto de partida de la gratuidad, del encontrar plenitud en tu vida, de dar sin esperar nada a cambio, de aquel que hace las cosas gratuitamente sin querer retribución, aunque sabemos bien que la recompensa está en el cielo. Por eso la pregunta es, ¿está mal querer tener una recompensa? No, por supuesto que no. Lo que no te tiene que motivar es eso, el punto de partida. No es la recompensa sino el descubrir que en el otro está Jesús. De ahí viene la plenitud. Vivir la experiencia de dejarse encontrar por el Señor, dejarse transformar por su amor. Es una situación que genera una nueva forma de vivir, porque quien ha experimentado la presencia de Dios sabe que nada va a ser igual en su vida. Por eso el evangelio de hoy es una invitación. Jesús no va a cualquier casa, va a la casa del principal fariseo y lo invita a vivir esta realidad, una realidad que lo conduce a la apertura a los demás. Por eso pregúntate hoy, ten en cuenta esto. ¿Vos sos interesado a la hora de hacer el bien? ¿Estás todo el tiempo calculando qué ganás o qué perdés con tus acciones? ¿A quién te pide hoy el Señor que invites a compartir tu vida gratuitamente? Esto de la gratuidad entonces puede ser un gran examen de conciencia para tu vida. Y acordate que todo lo recibiste gratuitamente, da también gratuitamente.

En segundo lugar, animate a preparar un banquete. El evangelio va a ser siempre una invitación primero para dar lo que se tiene. Pero no solamente eso, sino también a darse, a jugársela, a poder preparar un banquete para el otro. La vida cristiana es una constante entrega hacia los demás. Si vos no te entregás a los demás, no estás siendo verdaderamente cristiano. Porque la verdadera felicidad de cristiano es compartir lo que Dios le ha dado en el corazón. Hoy es el día, a la luz del evangelio, hoy es el día para que vos te animes a salir al encuentro de aquellas personas con las que no te sale naturalmente sentarte a compartir, con la que no te sale naturalmente conversar. Hoy es el día para que te animes a llamar a ese familiar con el que estás peleado, con ese que te cuesta quizás sentarte a la mesa, ¿no? Hoy es el día para que vos y yo vivamos este evangelio. Es posible, basta con salir al encuentro, basta con improvisar un banquete. El banquete de la amistad, el banquete de la vida compartida, el banquete de la sinceridad y de la gratuidad. Hoy es el día para que vos te puedas acercar a los que nadie se acerca, justamente sabiendo que Dios está presente en ese encuentro.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañen siempre. Amén.