Lunes 1° de Junio del 2020 – Evangelio según san Juan 19, 25-27

viernes, 29 de mayo de
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Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre.

Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

 

Palabra de Dios

 

Padre Andrés Riveros sacerdote de la Diócesis de San Juan

 

 “Ahí tienes a tu hijo…Ahí tienes a tu Madre”

Mis queridos amigos celebramos como un eco de la fiesta de Pentecostés la memoria de “María, Madre de la Iglesia”. Es una devoción muy antigua y una verdad de fe que brota de las Sagradas Escrituras pero que sólo hace unos años atrás el Papa Francisco la estableció como fiesta litúrgica y por su unidad con el misterio de la Venida del Espíritu Santo nos propuso celebrarla al día siguiente de Pentecostés.

La memoria de la “Virgen María, Madre de la Iglesia” recuerda que ella es Madre de todos los hombres y especialmente de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, desde que es Madre de Jesús por la Encarnación. Pues, es lógico que siendo madre de la Cabeza lo sea también del Cuerpo. Así lo confirmó Jesús desde la Cruz, antes de morir, al apóstol San Juan, y el discípulo la recibió como Madre en nombre de todos nosotros.

El “sí” de María, grande y perfecto desde el principio, creció hasta la hora de la Cruz. Allí, su maternidad se ha extendido abrazando a cada uno de nosotros, nuestra vida, nuestros dolores, nuestras esperanzas, todo lo que somos y tenemos María lo recibe en su corazón para guiarnos a su Hijo Jesús. Hoy es un día para renovar nuestro amor filial hacia Ella, para dejarnos envolver en sus brazos de ternura y de confianza.

María siempre ha vivido unida a su Hijo Jesús, es su primera discípula, meditando cada cosa en su corazón. A la luz del Espíritu Santo buscaba entender y poner en práctica toda la voluntad de Dios. Tener a María por Madre de la Iglesia también nos compromete a revivirla en nuestra propia vida… ser María. A dejar que el Espíritu nos fecunde con su Palabra y a vivir toda la voluntad de Dios en lo más sencillo y en lo más concreto de nuestro día a día.

En estos días, a raíz de alguna serie de moda, he escuchado discutir mucho sobre la maternidad de María. Hermanos enfrentados a otros hermanos con palabras y sentimientos poco cristianos. Es cierto que duele cuando se meten con las personas que uno más quiere, y cuánto más con la madre, con María, nuestra Madre del Cielo. Pero es cierto también que nuestra mejor defensa es vivir a María en nosotros e irradiar su presencia a través de nuestros gestos y palabras. Cristo desea encontrar a su Madre aquí en la tierra en cada uno de nosotros.

Cómo estas viviendo tu relación con María en estos días? Quien te ve a vos ve a María? Que Dios te bendiga mucho y que el Espíritu Santo siga obrando en todos nosotros.