Luego se le acercó un hombre y le preguntó: “Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?”. Jesús le dijo: “¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos”. “¿Cuáles?”, preguntó el hombre. Jesús le respondió: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El joven dijo: “Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?”. “Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes.
¡Qué bellísimo Evangelio! el de este capítulo 19 de San Mateo, conocido como el del: “joven rico”. Este joven, que algunos por ahí dicen, que puede haber sido un hombre mayor, pero que está bueno pensarlo como un joven, ya que el planteo que hace Jesús es característico del perfil de una persona que está realmente aspirando a cosas grandes.
Y los jóvenes son así. ¡Los jóvenes aspiran a cosas grandes! – no van a nimiedades. – no quieren cosas para pasar simplemente el tiempo, “el rato” – quieren que, lo que le cuesta realmente sacrificio, valga realmente la pena para ellos. ¡Venga para quedarse!
Y por eso Jesús recibe toda esta iniciativa de este joven. Maestro ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la vida eterna? Y Jesús le dice: “¿me preguntas a mí acerca de lo que es bueno?” Y nosotros podríamos decirle: “¿y a quién le vamos a preguntar? si vos Señor sos bueno. ¿Ha que otra persona podríamos preguntarle acerca de lo bueno que nos lleva a la vida eterna? Y fijense que ¡ESTA es la meta! a la que quieres llegar no se contenta con logros humanos – Aspira a lo divino – Aspira a lo eterno.
Y es entonces ahí donde Jesús al ver tanta disponibilidad de corazón, parte de lo raso, el cumplimiento de los mandamientos, a lo cual esta persona dice venir cumpliendo los mandamientos. Entonces, Jesús al tomar esta iniciativa y al ver todo el camino recorrió entonces ahora está dispuesto a exigirle más, entonces:
– Vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y ¡vení y seguime! – Súmate al grupo de todos, los discípulos de los apóstoles.
Que triste es el evangelio porque termina, el joven, quedándose ensimismado en sus seguridades, en sus bienes, en sus comodidades. ¡Que triste que termina este evangelio !
Pero, por otro lado, también nos invita a que reflexionemos y a que nosotros mismos, sobretodo los jóvenes que escuchan este evangelio a revertir el final de este episodio. Porque se dan todas las características como decíamos, de jóvenes: – “Aspiran cosas grandes”. – Quiere cosas grandes. – ¡va por todo! – va por el reino de los cielos
No sólo porque tiene la iniciativa, sino, porque lo anhela su corazón, si no, no se hubiera acercado a Jesús. El mismo tiene ese hambre y ese deseo de eternidad
Por eso , hasta ahí, ¡es bueno! Pero cuando Jesús le pide, este paso de renunciar a lo que le queda de su seguridad económica, entonces no está dispuesto a abandonar aquello que él da, de algún modo la tranquilidad. ¿Cuántos jóvenes a veces no se animan a dar el paso más importante de su vida? ¿Cuántos jóvenes se quedan como en el andén? O se quedan en la orilla, sin haberse subido a la barca. Es decir: ¿Cuántos jóvenes sintiendo en su corazón inclusive a veces, hasta las llamada de Dios, o a dar el paso más firme de una vida más comprometida, no se animan por los temores y prefieren quedarse con aquello que le da una cierta seguridad?.
El evangelio de hoy podría tener, ¡otro final! ¡ES EL TUYO! ¡el que le podes dar vos! Vos podes cambiar el final de esta historia, porque ese deseo que tenes en tu corazón de cosas grandes, basta que te entregues a Jesús, para que lo puedas alcanzar.
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