Lunes 18 de Julio de 2022 – Evangelio san Mateo 12, 38-42

martes, 5 de julio de
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Algunos escribas y fariseos le dijeron a Jesús: «Maestro, queremos que nos hagas ver un signo.» El les respondió: «Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón.»

 

 

Palabra del Señor

Monseñor Ricardo Seirutti | Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

El evangelio de este lunes, nos cuenta Mateo, que algunos escribas y fariseo le dicen a Jesús: “maestro queremos que nos hagas ver un signo”. Y fíjense, Jesús responde: ”a esta generación que no tendrán otro signo primero que el mismo del profeta Jonás” y después dice, que la misma reina del sur se va a levantar contra esta generación y los condenará, porque vino desde lejos para ver a Salomón y ellos, ahí tienen delante a Jesús.

¡Ese es el signo! ¿Cuántos signos, a veces, a lo largo de la historia, hemos pedido a Dios? O nosotros mismos que andamos pidiendo señales, para decir, bueno: “Dios está presente”. Las señales están dadas. Tenemos que saber verlas. Tenemos que saber encontrarlas. Los signos están ahí, delante de nosotros.

Los invito en este día, a nosotros “discípulos de Jesús”, los cristianos que tratamos de vivir permanentemente el evangelio: por un lado a no pedir signos, porque no los necesitamos, sabemos que Jesús está presente en nuestra historia, en la historia en general y en la historia en lo personal.

Y por otro lado, a pedirle a Jesús que aprendamos a descubrir esas señales que están ahí, las que diaria, cotidianamente se van manifestando y que nos va diciendo: “Che, acá estoy yo, tu Dios” “Che, acá estoy yo, Jesús”. Que nos va diciendo que está presente en nuestra vida.

Un abrazo a todos, ¡mi bendición!.