Dijo Jesús: Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes»
Jesús nos hace pedidos exigentes. Nos invita a perdonar a los demás. El programa es concreto y progresivo: «sean compasivos… no juzguen… no condenen… perdonen… den». Y pone de modelo al mismo Dios: sean compasivos como su Padre es compasivo. Nunca seremos como El, pero nos indica hacia dónde debemos orientarnos. Nunca tocaremos la estrella con la mano, pero nos va indicando un camino a seguir. La actitud de perdón que tengamos con los demás, la pone Jesús como condición para que también a nosotros nos perdonen y nos den: la medida que usen, la usarán con ustedes.
Nos hace bien reconocer que somos pecadores. Reconocer nuestra debilidad es un buen punto de partida para esta conversión cuaresmal, para volver a transitar los caminos de Dios. Volvamos por la obediencia, nos dice san Benito, a Dios de quien nos habíamos apartado por la desobediencia. El que se cree santo, no se convierte. El que se tiene por rico, no pide. El que lo sabe todo, no pregunta. Pero este es el camino de la soberbia, que nos aleja de Dios. Podemos preguntarnos a la luz del evangelio si realmente nos reconocemos pecadores, si somos capaces de bajar el copete y pedir perdón con humildad.
Cada uno sabrá cuál es su situación de pecado, cuáles son sus errores, sus puntos flojos y sus debilidades. La Palabra nos quiere enfrentar con nuestra propia historia y nos invita a volver a Dios que no nos condena, sino que nos espera como padre con los brazos abiertos. Se nos invita a mejorar en algo concreto en esta Cuaresma para no quedarnos en la mediocridad. Aunque sea un detalle pequeño, pero que se note. Dios nos ayudará en la medida que nosotros colaboremos en el crecimiento y pongamos de nuestra parte. Con Dios trabajamos en equipo.
Jesús nos propone hoy de ser compasivos y perdonar a los demás como Dios es compasivo y nos perdona a nosotros. Podemos preguntarnos si tenemos un corazón compasivo. ¡Cuántas ocasiones tenemos, durante el día, para mostrarnos tolerantes, para saber perdonar, para no juzgar ni condenar, para no guardar rencor, para ser generosos, como Dios lo es con nosotros! Ser compasivos y generosos, es la invitación que nos hace Jesús. Esto es más difícil que hacer ayuno o abstinencia, y además es más importante. El programa que nos presenta Dios es exigente, y es lo que más valora porque son gestos de amor. A Dios le gusta más el amor, la compasión, la misericordia con los demás, que hacer ayunos y sacrificios.
Así tenemos un buen programa cristiano para ponernos en sintonía con los caminos de Dios y las exigencias de Jesús. Ojalá que Dios en esta cuaresma nos ayude a tener un corazón más dilatado, con mayor capacidad de perdón y tolerancia.
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