Lunes 19 de Agosto de 2019 – Evangelio según San Mateo 19,16-22.

miércoles, 14 de agosto de
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Luego se le acercó un hombre y le preguntó: “Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?”.Jesús le dijo: “¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos”.”¿Cuáles?”, preguntó el hombre. Jesús le respondió: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio,honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo”.El joven dijo: “Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?”.”Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.
Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes.

 

Palabra de Dios


P. Nicolás Retes sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

El evangelio de hoy, nos presenta este llamado vocacional que hace Jesús a este hombre, a este joven que está retratado aquí en el evangelio según San Mateo capítulo 19 de los versículos 16 al 22 .

Nos relata que se acerca esta persona a preguntarle a Jesús ¿qué tiene que hacer para conseguir, para heredar la vida eterna? Y la respuesta de Jesús es que sólo uno es bueno y se refiere al Padre, que está en el cielo. Le dice que si realmente quiere entrar en la vida eterna, tiene que vivir los mandamientos. Como este joven dice que ya los viene cumpliendo, los viene viviendo, entonces Jesús le ofrece algo más para llenar su corazón y realmente para darle sentido pleno su vida. ¿Qué es lo que tiene que hacer? Tiene que vender aquellas cosas que tiene, osea, aquello a lo cual está apegado, renunciar y recién allí, seguirlo a Jesús con todas sus fuerzas, con todo su corazón.

¡Ven y sígueme! son las palabras de Jesús. El tema está en que al escuchar este joven lo que Jesús le dice, que tiene que renunciar, dice el texto que se retira entristecido.  ¡Le cuesta renunciar, dejar de lado aquellas cosas a las cuales está apegado! ¿Jesús a que se refiere, a la riqueza? Sí, pero en sentido general. Teniendo en cuenta que nuestra única riqueza es Jesús, o por lo menos hay que colocarlo entre los bienes más altos, el bien más alto que podemos tener, es nuestra relación con Dios, esa relación personal de encuentro, de oración, ese Jesús que alimenta nuestras vidas todos los días y que lo amamos con todas nuestras fuerzas. Si esto es así no vamos a anteponer nada al amor de Cristo, por lo tanto, este llamado nos hace Jesús a todos: ¡la vocación que hemos recibido! Porque todos tenemos vocación, todos tenemos un llamado. Y espera respuesta ese llamado, espera nuestro Sí generoso. Para poder ser felices hay que responder a este llamado de Dios que se presenta en los distintos momentos de la vida, especialmente cuando somos jóvenes, allí Jesús se presenta de un modo nuevo y nos pide e invita, nos propone un nuevo estilo de vida que implica sacrificio y renuncia.

Pero el gran premio es “bueno”, la gracia de ser felices. Y la vocación primera siempre es a la vida, a la felicidad, a estar siempre junto con Jesús haciendo el bien. Si hoy escuchas en lo profundo de tu corazón el llamado de Dios que te invita a dejar aquellas cosas a las cuales estas apegados y que te impiden realmente ser feliz, no te detengas. La riqueza está allí, en reconocer que hemos sido amados y llamados por alguien, con mayúsculas, que es el mismo DIOS.

Si sentís (insisto) en tu corazón no des muchas vueltas, al contrario, aprovechá, acércate al que te puede ayudar: puede ser algún miembro del equipo la pastoral vocacional de tu diócesis, el sacerdote de tu parroquia, alguien de confianza que ya tengo un camino más avanzado y que pueda indicar cuáles son los próximos pasos a seguir. Animate a hablar profundamente de lo que te pasa. Realmente es apasionante seguirlo a Jesús y Él no repara en medios en el momento de llamarnos. Cuando lo hace, de una manera o de otra, tiene mucha paciencia pero sin embargo va seduciendo nuestro corazón, lo va enamorando, va pidiéndonos, siempre un poquito más. Pero al mismo tiempo nos hace sentir llenos y completos.

Le pedimos entonces, poder responder de un modo distinto a este joven que se fue entristecido. Ojalá nosotros nos vayamos contentos al encontrarnos con nuestro Señor y maestro ¡Que tengas un excelente día, muchas bendiciones!