Jesús dijo a sus discípulos: «El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”.
Judas -no el Iscariote- le dijo: “Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?”.
Jesús le respondió: “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.
El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.»
Estamos ante una promesa de Jesús: iremos a él y haremos morada en él. Amar a Jesús se manifiesta en algo concreto. No es solo palabras bonitas. El que ama a Jesús lo demuestra cumpliendo su palabra, cumpliendo lo que nos dice, lo que nos pide en el evangelio. Amar es algo concreto, es cumplir su palabra que se nos trasmite por el evangelio. El que vive así es amado por el Padre. Entonces nos promete Jesús que junto con el Padre vivirán en él. Es algo misterioso. El Padre y el Hijo harán morada en él, habitarán en él, vivirán en él. Como en el campo se ve el nido de hornero viviendo los pajaritos, y si no están los horneros, se convierte en un nido de lauchas. Así pasa con la persona, si cumple lo que Jesús manda el Padre y el Hijo estarán en su corazón. Si no estará el espíritu del mal. Estará Dios en su corazón o se convierte en un nido de ratones, porque el diablo estará en él.
Jesús nos promete el Espíritu Santo. El Padre y el Hijo enviarán al Espíritu Santo. Aquí aparece con una doble función. Enseñará todo y nos recordará lo que dijo Jesús. Son las dos actividades del Espíritu Santo. Una actividad es la enseñanza, será Maestro, y nos enseñará la verdad. Hay cosas que no enseñan los libros. Hay personas sencillas, hasta incultas, pero muy sabias. Y uno se pregunta de dónde sacan esa sabiduría. Eso que saben sin estudiar proviene del Espíritu Santo. Algunos místicos hablan del Espíritu Santo como el Maestro interior. Nos enseña sobre las cosas de Dios.
Y lo otro es que hará memoria. Nos hará recordar lo que Jesús dijo. Para que no se pierda. Es la memoria de las cosas de Dios. Hará memoria de Jesús. Una persona con alzheimer es cuando pierde la memoria. Y también puede haber un alzheimer espiritual. Entonces el Espíritu Santo nos ayuda para tener presente siempre a Cristo, para que nos acordemos de él y recordemos lo que nos dijo. Es triste ver una persona que no tiene memoria. El Espíritu Santo es nuestra memoria para las enseñanzas de Jesús.
Jesús no quiere que los suyos se pongan tristes porque vuelve al Padre. Si lo amaran no tienen que entristecerse sino alegrarse porque regresa al Padre de donde vino. Es como cuando volvemos a casa. Jesús salió del Padre, vino a este mundo con una misión, y ahora terminada su misión regresa al Padre de dónde había salido. Jesús está feliz en el Padre. Como uno que está feliz en su casa con su familia, pero debe salir a hacer un servicio por unos días. Todo el tiempo que está afuera, si ama a su familia, pensará en ella, y al volver estará loco de alegría al regresar a su hogar.
Jesús no se desentiende de nosotros. Volvió al Padre de donde vino, pero nos sigue acompañando. Está presente en otra dimensión. Está presente como resucitado y siempre estará, no se borra, no se desentiende de nosotros a quienes tanto ama. El lo prometió que estaría siempre con nosotros hasta el final de los tiempos. Y no solo lo promete, sino que lo cumple. Podemos decir con convicción: se siente, se siente, Jesús resucitado está presente. Como resucitado sigue caminando a nuestro lado, acompaña la marcha de nuestro pueblo peregrino hasta que llegue a la meta. Y la meta es la misma de Jesús. Llegar un día a Dios.
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