Lunes 21 de Octubre del 2019 – Evangelio según San Lucas 12,13-21

viernes, 18 de octubre de
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En aquel tiempo: Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”.

Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”.

Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”.

Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’.

Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’.

Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’.

Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”.

 

Palabra de Dios

 


P. Nicolás Retes sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

¡Queridos amigos de Radio María Joven! Este texto de Lucas nos invita a cuidarnos de acumular bienes, de la avaricia, de querer poseer cosas materiales en exceso.

Se trata aquí de poner a Cristo como la riqueza más grande de nuestras vidas, no anteponer nada al amor de Jesús. De allí los ejemplo que Él va colocando, que Jesús pone en este relato ¿no?. Esta persona que quería construir, para almacenar su trigo, almacenar sus bienes allí y descansar y darse una buena vida ¿por qué? Porque ponía su confianza en sus bienes, en lo material y no en el Señor. El truco para ganarse la vida eterna, para heredar ese regalo que el Señor nos tiene prometido, es justamente depositar la confianza en el Señor. No hay ningún granero, no hay ningún banco que pueda acumular la confianza que el Señor nos pide. ¡Que sin duda es gratuita!, porque la hemos recibido de Él, también. De ese modo nos invita a contagiar entonces esta confianza en el Señor, a nuestros hermanos que, quizás no tienen fe o les cuesta, encontrar “signos” de la misericordia de Dios en este mundo.

Ojalá, querido jóvenes, nosotros también, podamos ser testigos de la misericordia del Padre y convertirnos en este signo de caridad que el Señor nos pide. Que tengas un excelente jornada.