Lunes 22 de Junio del 2020 – Evangelio según San Mateo 7,1-5

viernes, 19 de junio de
image_pdfimage_print

Jesús dijo a sus discípulos: No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Deja que te saque la paja de tu ojo’, si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.

 

Palabra de Dios

 

Padre Andres Riveros sacerdote de la Diócesis de San Juán

 

No juzguen y no serán juzgados (Mt 7,1)

Mis queridos amigos un lunes más que el Señor nos permite encontrarnos en torno a su Palabra. Seguimos escuchando el Sermón del Monte, hoy en los primeros versículos del capítulo 7 de Mateo. Jesús nos repite una y otra vez “no juzguen… no juzguen”. Todo el Sermón del Monte es una gran autorrevelación de Jesús, podemos encontrarlo a Él en cada palabra: el es el pobre, el manso, el que pone la otra mejilla, el Hijo que vive de cara al Padre, etc. etc. etc. Cuanto más en este pasaje!! “Él no ha venido a juzgar al mundo sino a salvarlo” (Jn 3,17). Vivir a Cristo en esta Palabra es vivir sin juzgar a los demás.

No juzguen y no serán juzgados (Mt 7,1)

Cada palabra de este sermón nos va desarrollando las Bienaventuranzas. Este gran llamado a ser felices será posible sólo si renunciamos a juzgar a los demás, o hacerlo sólo a la manera de Dios: desde la misericordia y buscando encontrar ese valor positivo que se encuentra en cada persona aunque esté a veces muy escondido.

No juzguen y no serán juzgados (Mt 7,1)

¿Por qué nos gusta tanto juzgar? ¿Podremos liberarnos de la necesidad de juzgar a los otros? ¡Si! Podemos hacerlo sólo si volvemos a nuestra verdad esencial y personal más profunda: somos hijos e hijas amados por Dios. En la medida en que abracemos esta verdad y dejemos de depender del ser exitosos, del ser más que otros, del gustar, del que dirán… en la medida en que nos sintamos aceptados y abrazados por la misericordia de Dios podremos liberarnos de nuestra necesidad de juzgar a los demás.

No juzguen y no serán juzgados (Mt 7,1)

El nexo que existe entre estas dos partes es el mismo que existe entre el amor a Dios y al prójimo, no se pueden separar. Ese nexo es el fruto de un corazón que está anclado en la oración, que reza de verdad, que se sabe amado por Dios y por tanto sólo sabe dar amor a los demás. Este amor nos libera de la tentación de juzgar al otro y del miedo a ser juzgados.

No juzguen y no serán juzgados (Mt 7,1)

Mis queridos amigos le pedimos a Dios nos de ojos misericordiosos que al mirar al otro sean atraídos a la compasión, al corregir con amor, al aconsejar, al orar por su conversión, a permanecer a su lado aún herido y sucio, a ser amor sin pedirle nada a cambio… pero nunca juzgar ni condenar a nadie. Será hasta la próxima… ¡un abrazo grande!