“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: ‘Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale’!¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro?Ustedes dicen también: ‘Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar’.¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él.Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita.Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.
Jesús aparece hoy colmado, irritado, con palabras duras, con estos fariseos, con estos escribas, que no dejan que Dios actúe en la vida de los demás ni en la propia vida. Yo creo que la clave está en dejar actuar el espíritu, tomar claves de la palabra y tratar de llevarlas a nuestra vida, porque el gran maestro es el Espíritu Santo. Yo solamente te propongo algunas claves que te invito a compartir. En primer lugar, cuídate de la hipocresía. Al Señor le molesta muchísimo la hipocresía. Constantemente está diciendo, hay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas. La palabra hipocresía significa fingir, usar caretas, aparentar, no ser quien uno es, y en eso podemos caer cualquiera de nosotros. En la hipocresía de juzgar a los demás, de creernos mejores que los otros, de pensar que ya estamos salvados, de tener una vida de fingimiento, de cumplimiento. ¿Cuántas veces nos hemos equivocado y hemos opinado de más? Yo creo que lo contrario a la hipocresía es el ser uno mismo y vivir con sencillez, con transparencia, con mansedumbre y con humildad. Ser así como uno es, buscándolo al Señor. Es una gracia que hay que pedir mucho, porque cuando uno habla demasiado es más fácil que meta la pata. Por eso, Señor, dame la gracia de hablar solo, no necesario, y de corregir con humildad. En segundo lugar, no caigas en el gataflorismo. ¿Viste cómo es el síndrome de la gataflora? No hay nada que le venga bien. No puede pasar lo mismo a vos y a mí, lo mismo que a los fariseos y a los escribas. Buscamos que el hermano se acerque y cuando se acerca lo hacemos digno del infierno, le hacemos la vida imposible. El Señor esto les reprocha a los fariseos y a los escribas, les reprocha esta actitud de no entrar ellos al cielo ni dejar entrar a los demás. A mí me cuestiona bastante, porque uno a veces subraya tanto el cumplimiento, las prescripciones y claro, nos volvemos hipócritas. Señalamos lo pequeño, el pequeño defecto en el otro y dejamos pasar nuestras grandes miserias. Así que vos también hoy pregúntate si no has caído en esto también. ¿Cuántas veces le haces cargar al otro todo lo que vos no podés solucionar? A lo mejor por estar en las cosas de Dios te has pasado de rosca y tanto le picaste la cabeza al otro que se terminó de alejar del todo. ¿Qué te parece si hoy somos fieles a lo que Dios nos pide pero la ves tratando de incluir? No pongas tantas trabas, dejalo a Dios actuar. Fijate si sos de esos que le hace la vida imposible a los demás, a la familia, gente que está continuamente señalando los defectos, exigiendo, buscando siempre lo malo. Dejá de señalar y acordate que Dios es misericordia y no condena. Así que confía en Dios. Pregúntate vos si cambiaste. ¿Cuántas lágrimas habrá detrás de tu historia de otras personas que han llorado por vos para que vos te hayas acercado al Señor? Pensalo, rezalo y agradecele a Jesús su misericordia. Que tengas un buen día y que la bendición de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.