Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas. Sin embargo, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».
Hoy recordamos a Marta, María y Lázaro, los hospederos del Señor. Jesús en su camino hacia Jerusalén, se hospeda en casa de una familia amiga. Es la casa de sus amigas Marta y María. Jesús sabe tomarse un descanso. Seguramente luego de sus giras misioneras tenía algunas familias amigas. Como hoy tenemos amigos donde vamos a tomar mate. Como dijo un gaucho siempre es bueno tener un palenque donde rascarse. Para eso están los amigos. Y Jesús tenía sus amigos y amigas, en este caso como Marta y María. La breve escena es muy familiar. Marta y María tienen temperamento muy diferente, las dos chicas son de carácter. Una, es una buena ama de casa, se esmera en atender a las cosas materiales: es Marta. La otra se sienta a los pies de Jesús, en actitud de discípula, y lo escucha atentamente: es María, más contemplativa. Marta es más quejosa. Se queja que María no la ayuda. Ante la queja de Marta, Jesús, amablemente, le recuerda que sólo una cosa es necesaria: María ha escogido la parte mejor, porque aprovecha la ocasión de que tienen al Maestro en casa y lo escucha.
A veces, Jesús recomienda claramente la caridad, el servicio a los demás, como con la parábola del buen samaritano que con mucha caridad atendió al que encontró herido en el camino. Otras veces, como hoy, Jesús resalta la actitud de fe y de escucha. Como que Jesús va alternando en los pedidos. A veces acentúa el servicio y otras veces acentúa la oración. Es que las dos cosas son necesarias. No podemos poner como opuestas las dos actitudes: la de la caridad por un lado y la de la oración por otra. Sino que tenemos que verlas como complementarias. Se complementan la caridad hecha servicio y la oración hecha escucha. Tenemos que tener las dos cosas. Caridad y oración. Caridad para con los demás comenzando en nuestras familias y tiempos de oración para con Dios. Cada cristiano (no sólo los monjes o los curas), debemos saber conjugar las dos dimensiones: la oración y el trabajo. ¿Saben qué nos dice nuestro padre san Benito? Ora et labora. Esto es en latín, y quiere decir reza y trabaja.
A la luz de la Palabra de Dios podemos examinarnos. ¿Cuál es el aspecto que yo descuido? ¿me refugio tal vez en la oración y luego no pongo el hombro al trabajo? ¿O hago al revés, trabajo mucho y rezo poco? ¿me dedico a un activismo ansioso, a un trabajo enloquecido, a un trabajo desenfrenado y descuido los momentos de oración? ¿soy sólo Marta, o sólo María? ¿Qué soy? Lo ideal sería unir las dos cosas. Ser Marta y María al mismo tiempo. Lo ideal sería unificar las dos realidades. Recuerdo que cuando era pibe se decía mucho en la parroquia de ser contemplativos en la acción. Hoy diría de ser contemplativo en la vida. Debemos trabajar pero sin descuidar la oración. Sino llegará un momento que nos encontraremos vacíos por dentro. Llenos de actividades pero sin vida interior. Y eso nos hace perder la alegría y la paz. Que Dios nos regale ser al mismo tiempo como Marta y María. Ser cristianos de trabajo, de servicio, de caridad y al mismo tiempo ser hombres y mujeres de oración.
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