Lunes 31 de Mayo de 2021 – Evangelio según San Lucas 1,39-56.

lunes, 24 de mayo de
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María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.
María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”.
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Palabra de Dios

P. Sergio Fernández sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

Hoy la iglesia celebra la memoria, la fiesta de la visitación de la bienaventuranza Virgen María.

Esa hermosa escena que Lucas nos relata, ese encuentro entre María y su parienta Isabel y en ese extenso texto que la liturgia nos propone para hoy, te invito a que centremos nuestra atención en estos versículos: “Apenas oyó el saludo de María el niño saltó de alegría en su seno e Isabel llena del Espíritu Santo exclamó tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo, para que la madre de mi señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. feliz de ti, María, por haber creído que se cumplirá todo lo que te fue anunciado de parte de Dios”.

Sin duda que este texto, esta escena que nos presenta el evangelio se desarrolla en un profundo contexto de alegría y de alabanza. La primera parte del texto, presenta estos gestos, estas actitudes que generan gozo, alegría tanto en María como Isabel.

Sí, así es el encuentro. ¿Quién de nosotros no ha experimentado la alegría de encontrarse con alguien?
El encuentro genera gozo, plenitud, genera alegría. ¿cuántas sensaciones nos produce el encuentro con alguien a quien amamos?

Así también el encuentro con Dios, genera en el corazón del creyente gozo, alegría y es justamente uno de los aspectos desafiante que estamos llamados a vivir en este tiempo tan particular que como testigos de Jesús nos toca vivir, la alegría, Isabel la experimentó: “Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre” va decir Isabel. Y también nosotros estamos llamados justamente a dar testimonio de esa alegría que es mucho más allá que que la alegría de las cosas de este mundo.

Es la alegría de saber que no estamos solos, en medio de las dificultades, es la alegría de saber que un Dios nos acompaña desde lo más profundo del corazón del hombre, ese gozo brota, se transforman en alegría y nos ayuda justamente vivir el encuentro con los demás. Por eso, en esta jornada te invito a que realmente, la vivamos en esa alegría cristiana, la alegría de saber que no estamos solos, la alegría de saber que Dios está de nuestro lado y asumamos el desafío de compartirla, de comunicarla con los demás, así como lo hizo María.

La alegría de llevar al salvador y la compartió, allá fue, al encuentro con isabel y también nosotros estamos invitados justamente a llevar la alegría de la fe a aquel que más lo necesita a tu compañero de trabajo, a algún familiar, a algún amigo.

Qué el Señor de la alegría nos acompañe durante esta jornada.
Amén