Lunes 6 de Julio del 2020 – Evangelio según San Mateo 9,18-26

viernes, 3 de julio de
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Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: “Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá”.

Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: “Con sólo tocar su manto, quedaré curada”.

Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: “Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado”. Y desde ese instante la mujer quedó curada.

Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: “Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme”. Y se reían de él. Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. Y esta noticia se divulgó por aquella región.

 

Palabra de Dios

 

Padre Nicolás Houriet sacerdote de la Arquidiócesis de Santa Fe

 

Compartiendo con ustedes la meditación de este día, quería que nos detuvimos en 3 aspectos de este evangelio:

En primer lugar: la instancia del camino .  Jesús mientras va de camino a realizar un milagro, que es devolverle la vida a la hija de Jairo, el jefe de la sinagoga,  se detiene para atender “otra necesidad”. Es la de aquella hemorroísa,  mujer enferma, que se acerca “a tientas” en medio de la multitud, como para querer “robarle” el milagro a Jesús, sin tener que llamar la atención y poner en evidencia su enfermedad.

Y esto me hace pensar mucho en las gracias recibidas a lo largo del camino. Este Jesús que va de camino, hacia la casa de Jairo pero que en la instancia del caminar debe derramar “otra gracia” donde es necesario. Y  me hace pensar mucho en las gracias que vamos recibiendo a lo largo de nuestras vidas. La gracia del cristiano, es poder alcanzar la vida eterna, esa es nuestra meta, el final de la carrera. Pero a lo largo de nuestra vida vamos descubriendo “otras gracias” que Dios va derramando de algún modo, con la cual también, nos va haciendo desear esa vida eterna. Es lo que debemos pedirle al Señor,  que sepamos descubrir esas gracias y esas instancias de camino, donde de algún modo Dios nos va preparando para la visión final de la eternidad. Los discípulos, que caminaban con Jesús largas distancias. O este Jesús, que iba de una orilla a otra del mar de Galilea y cuántas cosas habrán aprendido a lo largo del camino.

En segundo lugar: Jesús celebra la fe de esta mujer que venciendo los obstáculos, se acercó para, de algún modo, “robarle este milagro” a Jesús. Y Jesús que le responde: “ten confianza hija, tu fe te ha salvado”. Jesús celebra la fe de esta mujer que venció los obstáculos para poder acercarse a Él. Pienso muchas veces en aquellas personas que se acercan al sacramento de la confesión y deben vencer sus propios obstáculos, cuando lo hacen, cuando han logrado dar ese paso y ese salto a la confesión, yo suelo usar siempre esta misma expresión de Jesús: “¡Ánimo levántate”!.

Este Jesús que, de algún modo, le está queriendo decir a esta mujer, de que es momento de que el Espíritu, tome la posta de su vida. La palabra Ánimo, es esto ¿no? Animar una persona es decir: bueno, viviste como una persona carnal, ahora tenés que empezar a vivir por el Espíritu, de los hijos de Dios. Me hace pensar mucho en esto, sobre todo cuando animamos a las personas que han dejado la vida de pecado, han vivido la enfermedad del pecado y hoy están queriendo vivir una vida realmente nueva.

Y por último que parece tan importante, en estos tiempos de pandemia, donde se nos está invitando a mantener distancias, unos con otros, para evitar contagios, más el barbijo, más “tantas otras cosas” que van como distanciándonos unos de otros, volver a esta imagen de Jesús. Jesús que se acerca hasta la niña, la toma de su mano y la cubre. Este gesto fraterno de Jesús, que no es el único en el evangelio. Jesús también tocó los ojos del ciego, tocó el oído y la lengua del sordomudo. Pensar que Jesús no sólo sana, con su divinidad, sino que también comienza a transmitir su divinidad a través de su humanidad. Este Jesús que sana, a través de gestos fraternos.

Ojalá estas cosas que acabamos de meditar en el evangelio nos ayuden en nuestra vida personal.