Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar. Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús. Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús. Al ver su fe, Jesús le dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados”. Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: “¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?”. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: “¿Qué es lo que están pensando? ¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados están perdonados’, o ‘Levántate y camina’?. Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa”. Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios. Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: “Hoy hemos visto cosas maravillosas”.
El texto que nos propone la liturgia de hoy es la curación del paralítico que encontramos en San Lucas, capítulo 5.
El texto tiene muchas cosas para meditar, yo quisiera compartir con ustedes algunos momentos de esta reflexión:
¡Todos recordaremos! este pasaje donde Jesús en medio de la multitud, en una casa, curando todo tipos de dolencias, todos los presentes junto a Jesús ven cómo un grupo de hombres, levantan, remueven el techo para hacer descender a un paralítico delante de Jesús.
¡Para que Jesús pueda curarlo!
Este hecho realmente destacado por Jesús, por la fe de aquellos hombres hicieron semejante cosa.
Pero vayamos a las palabras de Jesús y al momento de la curación, Jesús dice:
“tus pecados te son perdonados”.
Esta frase generó entre todos los que estaban presentes, principalmente los escribas y fariseos, como una “especie de escándalo”,ya que el único que podía perdonar los pecados era sólo Dios.
¡Con lo cual Jesús está diciendo que es dios!
Pero ¿por qué Jesús utiliza estas palabras? y ¿por qué asocia el pecado, o los pecados, al mal físico?.
Este hombre ¿estará “pagando” con esa enfermedad sus pecado personales? Probablemente los escribas y fariseo os pensarán así, pero muchas veces nosotros también pensamos así.
Que.. ¡a veces! ese mal que nuestra vida no le encontramos una explicación, lo asociamos inmediatamente:
a algún pecado que hayamos cometido en la vida y que no hemos reconocido, o que no recordamos, o que no hemos confesado.
¿cuántas veces y cuántos cristianos, equivocadamente pensamos que a veces el mal que no tiene una aplicación en nuestra vida, lo asociamos algún pecado de nuestra vida en otro momento? de historia personal.
¡Y son muchos los que piensan de esta manera! ¡Es cierto que nuestras malas decisiones acarrean también pecados! pero no necesariamente tenemos que encontrarle un significado a todo esto.
Lo que sí y nos introduce Jesús con este evangelio es que:
¡Todos los males! tienen origen en el pecado original. Por el pecado nuestros primeros padres, la desobediencia, se introdujo el mal en el mundo y por ende la muerte.
El mundo creado bueno por Dios se vio, “sumergido en la oscuridad” del pecado, por eso todo mal presente en el mundo tiene allí su origen.
Esto nos libra de nuestros pecados personales que cometemos ¡con conciencia! pero si es cierto de que todos los males se originan en que el pecado de la desobediencia.
Por eso NUNCA somos “más nosotros”, cuanto más santos somos, porque esto nos hace vivir en libertad de los hijos de Dios.
Y ¿cuando somos “menos nosotros”? Rta: cuando vivimos en la realidad del pecado porque el pecado nos paraliza, porque el pecado nos esclaviza
¡Somos más nosotros cuanto más santos somos!
¡somos menos, cuando pecamos!
Y el pecado no paraliza más, que cualquier otro mal físico.
Por otro lado, también el evangelio nos dice de que, el hombre tuvo que llevar la camilla.
Que llevar la camilla significa, acarrear su propietaria historia.
Este Jesús que lo ha perdonado y que ahora le invita a marcharse.
En nuestra vida, sin darnos cuenta, todos llevamos también una camilla, en nuestra historia personal, todos llevamos la realidad al encuentro con Cristo:
Que nos ha perdonado Que nos ha redimido, Que nos ha levantado Que nos ha dado la oportunidad de volver a caminar Que nos ha perdonado en definitiva al pecado
¡Todos sin notarlo, llevamos una camilla! que no recuerda:
Nuestro pasado de pecado, nuestra realidad de enfermedades, Pero también la esperanza de la salvación.
¡Que tengan buena jornada!
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