Lunes 8 de Febrero del 2020 – Evangelio según San Marcos 6,53-56

viernes, 5 de febrero de
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Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.

En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.

 

Palabra de Dios

Padre Gustavo Ballario sacerdote de la Diócesis de San Francisco

 

En la mentalidad común “Creo en Dios creador del cielo y de la tierra” significa: Dios ha hecho todo de la nada. Tenemos esta concepción por los textos bíblicos ligados a la filosofía griega.

En cambio el autor de Génesis 1 no es un filósofo que se interroga porque existen las cosas y no la nada; no es un científico que se pregunta cómo el universo haya tenido origen y qué leyes lo regulan. Es un creyente que contempla la creación sin preguntarse ni cómo ni cuándo todo ha sido hecho. Es un contemplativo que relata entre líneas con el lenguaje mítico que tiene a disposición lo que ha llegado a entender y a su vez quiere decirnos: que todo tiene un sentido.

Dios crea con la fuerza de la palabra. Si la creación es fruto de la palabra de Dios, la misma creación llega a ser a su vez palabra de Dios. A quien es capaz de escucharla, la creación habla del designio de Dios presente en ella. La Palabra de Dios nos enseña el modo de relacionarnos con las criaturas según el pensamiento de Dios.

Dios llama por su nombre a las criaturas. Significa que las conoce y conoce su verdadera identidad y función. También el hombre deberá hacer lo mismo.

Si Dios es creador, las criaturas no son Dios.

Esta es la razón por la cual el texto sagrado pone junto al tema de la creación el tema de la denuncia a las idolatrías. Los astros –el sol y sobre todo la luna- son des-divinizados, son luces al servicio del hombre. Nunca en la historia de la humanidad había sido tan radicalmente afirmada la “creaturalidad” de los astros. Los monstruos marinos, los animales y los pájaros que eran venerados como divinidades se convierten solo en criaturas. Por lo tanto, no son divinos el poder, la riqueza, la fuerza, la salud, la belleza, el triunfo, el hombre, la familia, el sexo, la naturaleza.

El ser humano es la última de las criaturas que llega a la existencia después de una deliberación interior de Dios consigo mismo: “Hagamos al hombre”… La fórmula indica la importancia de la decisión.

El hombre es creado no al servicio de los dioses o de los astros sino para dominar la creación, para ser el representante de Dios sobre la tierra.

El ser humano es una novedad absoluta, un ser autoconsciente capaz de relacionarse. Probemos imaginarnos el universo sin el hombre. No tendría ningún sentido.

Dios bendice al hombre. Bendecir quiere decir hacer vivir. Y cuando Dios dice “sean fecundos y multiplíquense” quiere decir que su bendición hace a la creatura humana capaz de dar vida. El primer deber del hombre es hacer presente en el mundo al Dios de la vida. El ser humano no es la única especie que ha recibido este deber, pero el hombre engendra como imagen de Dios, no según su especie como los animales. Su gesto de amor es el primer signo del amor que necesita cada persona que llega a este mundo.

Los textos bíblicos referentes a Dios creador han sido escritos en los tiempos del exilio de Babilonia, no antes. Los israelitas están en Babilonia. Se sienten como huesos áridos desparramados sobre la basta llanura mesopotámica. Corren el riesgo de considerar el mundo y la historia solo como un caos. No tienen autoridad política ni religiosa, no tienen más culto, no tienen nada de todo aquello en lo cual Israel encontraba su identidad. Parece que ha retornado el caos y en la desesperación existe la tentación de perder la fe en el Señor que parece que no sea capaz de impedir que el mundo recaiga en el caos. El autor de Génesis 1 tiene dos objetivos: 1 salvar a los exiliados de las seducciones de los ídolos de Babilonia. 2 convencer al pueblo que el mundo y la historia no se escaparon de las manos de Dios. Él es el creador, él está en el origen del cosmos (orden) y no permitirá nunca la victoria del caos (desorden).

Si Dios es creador, Israel puede tener confianza: hay un designio de Dios en la historia, en el mundo, en la vida del hombre. Esta fe lo ayuda a no perder la esperanza también frente a los eventos caóticos.

Y vos, ¿cómo estás parado frente al caos de la pandemia? ¿Has pensado que Dios te necesita para ser protagonista en la construcción de un mundo nuevo y de un cosmos histórico? Anímate a vivir enganchado con Dios. En Él encontrarás la luz para pasar del caos al cosmos!. Paz y Bien!