Lunes 9 de Noviembre del 2020 – Evangelio según San Juan 2,13-22

viernes, 6 de noviembre de
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Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”.

Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.

Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”.

Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”.

Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”. Pero él se refería al templo de su cuerpo.

Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.

 

Palabra de Dios

 

Padre Gustavo Ballario sacerdote de la Diócesis de San Francisco

 

Te cuento que hoy estamos celebrando la fiesta de la dedicación de la Basílica de Letrán que es la catedral de la diócesis de Roma, donde se encuentra la sede episcopal, del Papa Francisco y del Obispo de Roma.

En el evangelio de hoy encontramos una actitud un tanto “rara” de Jesús, lo vemos a Jesús siempre manso y humilde pero este día lo encontramos a Jesús en el templo, con un látigo en la mano, ¡parece que se puso nervioso!, ¡qué le atacó la ira!

Ya en el Antiguo Testamento se habla de la ira de Dios, qué significa: “todo lo que Dios siente por aquello que daña al corazón urbano”

Esta repugnancia por aquello que hace mal a los hombres.

¡Jesús murió por culpa de Dios! Jesús murió para establecer una nueva imagen de Dios, en la cual, el centro está el bien de sus hijos y esta escena de la expulsión de los mercaderes del templo, está referida en los 4 evangelio, lo cual significa que es muy importante. ¿Dónde sucede? En el templo de Jerusalén .

En ese templo en el cual,  ni los ciego, ni los leprosos, ni los publicanos podían entrar. Era un templo con barreras. ¡A Jesús no le gusta nada de todo esto!.

El tiempo de Pascua, Jerusalén se llenaba de peregrinos venidos de todo el mundo y era difícil para los sacerdotes del templo resistir a la tentación de aprovecharse de esta oportunidad para ganar dinero también ellos. ¡Se ofrecían sacrificio de animales! ¡Se llevaban ofrendas de dinero!. Pero Jesús nos indica, que el único sacrificio, es el que Él hizo en la cruz como acto de amor.

Nadie esperaría otra reacción de Jesús de esta manera, sin embargo purificando el templo de los mercaderes, Jesús ha pronunciado su condena contra toda mezcla entre religión y dinero.

La enseñanza importante de Jesús es esta: “derriben este santuario que en tres días lo volveré y edificar,  que se refería al santuario su cuerpo”.

¡El encuentro del hombre con Dios, no tiene ya lugar en un templo! El cuerpo de Cristo resucitado es el lugar del encuentro de los hombres con Dios.

Y estos sacrificios que el cristiano está llevado a ofrecer, no se realizan en un lugar sagrado, sino, en la misma vida de todos los días, la verdadera fe consiste ser, junto con Jesús, piedras vivas del templo nuevo, e inmolar nuestra vida por los demás.

¡Con dinero se puede montar un piso agradable pero no crear un hogar cálido!.
¡Con dinero se puede comprar una cama cómoda pero no un sueño tranquilo!
¡Con dinero se puede adquirir nuevas relaciones pero no despertar una verdadera amistad!
¡Con dinero se puede comprar placer pero no felicidad!

Pero los creyentes hemos de recordar algo muy importante: “El dinero abre todas las puertas pero nunca abre la puerta de nuestro corazón a Dios”

¡Hasta la próxima!