Martes 04 de Mayo de 2021 – Evangelio según San Juan 14,27-31a.

viernes, 30 de abril de
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Jesús dijo a sus discípulos:«Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman !Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí,pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.»

 

 

Palabra de Dios

P. Matías Burgui, sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

Seguimos viendo al Señor y a sus discípulos en este contexto de intimidad que genera la última cena, este contexto de despedida, de anuncio, de amar hasta el extremo, y hoy Jesús quiere recordarnos que seguirlo a Él tiene complicaciones pero que Dios sigue estando, para que podamos seguir adelante.
Meditemos entonces algunas ideas, para poder hacerlas carne a nuestra vida, para llevarlas a nuestro andar cotidiano y para nuestra oración de hoy.

En primer lugar: la paz te la da Dios. Vos recordá que la paz no es una sensación bonita nada más, no es un “estar bien”, no es ausencia de problemas, sino que es un regalo que Dios te hace. La paz no es ausencia de problemas sino saber que aún en medio de ellos; Jesús te sostiene, te acompaña, está con vos y por eso, el Señor dice “les dejo la paz, les doy mi paz”, pero no como la da el mundo. Cuando Dios llega a tu corazón y llena ese corazón con su paz, es una paz que no se va, es una paz que no depende de lo exterior, sino de tu relación con Él. “No se inquieten”,” No teman” dice el Señor y es decir, “estar con Jesús” , te ayuda a seguir, estar con Él, te mantiene de pie. La paz que te viene a traer el Señor, quita toda angustia, quita todo miedo y quizá sea importante para vos escuchar esto para tu vida, podes descubrir que esa es la verdadera paz. Vos fijate que a veces estamos tan angustiados, tan preocupados, y a veces con razón, pero son signos de la lucha interna que tenemos que también nos hace ver todo a lo mejor, oscuro o dificultoso, bueno de ahí es donde llega ese miedo, que nos quita la paz, que muchas veces nos desespera, que nos quita la paciencia. Por eso, es bueno poder preguntarnos cada tanto, como viene la paz en nuestras vidas, como viene ese termómetro espiritual en nuestro corazón. La paz que hoy tenemos es reflejo de nuestra relación con Jesús. Él no te pide demasiado, te pide que no te inquietes, que confíes en Él. La paz que el Señor te viene a traer no te quita los problemas, pero te sostiene durante la prueba, durante la dificultad, Dios sigue estando y ojalá que Él te regale esa Paz. Solamente estar con Él, solamente escucharlo, solamente buscarlo a Él, ¿para qué? Para que vos también puedas ser portador de paz para tus hermanos, y ¿si aún te cuesta? Bueno, acércate más a Jesús. Ponelo todo en manos de Dios y vas a ver como el Señor se encarga de tus problemas, te sostiene, te acompaña y está con vos.
En segundo lugar: cercanía con Dios. Fijate que el Señor le habla a cada uno de sus discípulos y a nosotros también “ les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla ustedes crean.” Esto no significa que uno tiene que estar esperando el impacto, esto significa que tiene que haber una familiaridad entre el Señor y vos. El confía en vos, te anuncia cosas, vive con vos, comparte su vida y muchas veces te prepara para los momentos difíciles. Tener familiaridad con Dios te ayuda a vivir en una sinceridad con Él. Él no te la dibuja, te va a costar, pero tu verdadera amistad pasa por recordar que Él estuvo, que Él está y que va a seguir estando en el trato que vos tenes con Él, en vivir con Él, en confiar en Él. Por eso, pregúntate en estos días ¿estas confiando en Dios? ¿Lo estas reconociendo en lo que te va pasando, en lo que te toca vivir? ¿Estas compartiendo tus alegrías y tus tristezas con Él? Confía en Dios y tené cercanía con Él.

Por último: dialoga con Dios. La oración está en el centro del esfuerzo por buscar la paz, pero ojo con pensar que la paz es solo un esfuerzo tuyo, es un regalo de Dios. Y orar por la paz en tu día, en tu corazón y en el de los demás, quiere decir abrir ese corazón para poder ser renovado por Dios, saber que Él hace nueva todas las cosas. Que Dios siempre tiene la última palabra, y que lo mejor es su voluntad. Pregúntate como viene tu vida de oración. En los momentos de alegría y en los momentos de tristeza. Cuando cuesta, ¿te alejas de Él o te acercas? Cuando estás muy bien, ¿te alejas de Él o te acercas? ¿Estas teniendo oración de caridad? Bueno ora, no hasta que Dios te escuche, porque Él siempre lo hace, sino hasta que vos lo escuches a Él. ¿Que estas queriendo decirte Dios hoy en tu corazón? Pregúntale que voluntad tiene para vos, que te esta pidiendo, que te esta recomendando, que te está susurrando. Confía en Dios y seguilo, porque Él, te da vida y vida en abundancia.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén