Martes 1° de Septiembre del 2020 – Evangelio según San Lucas 4,31-37

lunes, 31 de agosto de
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Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados.
Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.

 En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza. “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”.

Pero Jesús lo increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”. El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño.

El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: “¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!”.

Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

 

Palabra de Dios

Monseñor Ricardo Seirutti obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba y Delegado Episcopal para la Pastoral de Juventud

 

Hola querida audiencia de Radio María!

¡Hola chicas y chicos que están siguiendo esta audición !

Este Martes 1 de Septiembre, el Señor, en el evangelio de Lucas, cura a un hombre:

SANA, SALVA, LIBERA  a un hombre que estaba poseído.

Ahora, ¡fíjense!

Comienza el texto diciendo que Jesús ha bajado a Cafarnaúm, que es una de las ciudades de Galilea y que está  enseñando los sábados:

“Todos estaban asombrados de su enseñanza porque habla con autoridad” esto lo dice antes de que se realice este milagro, esta liberación de este hombre.

Estaban asombrados, de como “les enseñaba”.

Pensaba, qué lindo pensar, ¡Cuanto nos enseña Jesús!

¡Y sí!  nos asombramos de esa  enseñanza ¿no?

Uno podría decir: ¡bueno pero ahora, Jesús no nos habla, no nos enseña!  ¿cómo que no? ¿cómo que no?

Cuando es proclamada su palabra.
Cuando yo  me pongo en contacto con la Palabra:

¡Jesús mismo me enseña!

Me enseña Jesús cuando me  pongo en oración y en el interior de mi corazón:

Me habla, me enseña.
O cuando nos reunimos en comunidad y hacemos una lectio.
O hacemos  un discernimiento acerca de algún hecho.
¡Jesús está enseñandome!.

Y también, fíjense nos enseña muchas veces, en algunas situaciones dolorosas que nos toca vivir,

¡ahí está enseñandonos Jesús!

¡TAMBIÉN! en aquellas ocasiones en que estoy feliz, alegre, también Jesús está enseñandome.

Jesús no para de enseñarme, ¿no?

Qué lindo y les propongo este Martes, como ejercicio espiritual ¿no?

Pensar, rezar:

¿Cuántas veces  he sido enseñado por Jesús?
O mejor aún:

¡Descubrir algún momento que tengo la certeza de que Jesús me enseñó!

Que me enseñó a vivir una situación de mi vida.
Que me enseñó para poder resolver algo
O simplemente: ¡que me enseñó !
y tener la actitud de esta gente que estaba ahí en la sinagoga de Cafarnaúm:  ¡ASOMBRARME!

¡ASOMBRARME!

No perder la capacidad del asombro ante este Señor,

Este ¡MAESTRO! – JESÚS-

Que se detiene siempre a enseñarme.

¡Asombrarme de eso!

Bueno, ¡Que tengan un lindo día!