Martes 13 de Julio de 2021 – Evangelio según San Mateo 11,20-24

miércoles, 7 de julio de
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Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido. “¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú”.

 

Palabra de Dios

Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

Generalmente estamos acostumbrados a escuchar el evangelio, a contemplar la palabra de Dios y a encontrar un Jesús que habla con palabras de ternura, con palabras amables, con palabras sencillas, palabras que dan aliento, que sostienen, que traen una buena notica y por eso entonces escuchar el evangelio de hoy y encontrarnos con este pasaje tan duro parece hasta desconcertante. Vemos a un Jesús que tiene palabras firmes, por qué? Bueno porque estas palabras van dirigidas a personas que habían recibido muchos milagros, muchas atenciones de parte de Dios, y en definitiva la respuesta tiene que ver con el no creer, por eso hay que saber entender estas palabras de Jesús. Palabras por ejemplo fuertes eh! Como estas: “Serás precipitada hasta el mismo infierno”, pero que hay que saber poner en contexto. Lo que está queriendo decir el señor es en definitiva que nosotros tenemos que recapacitar. Es un llamado de atención que le hace a estas ciudades que no escucharon, que no quisieron aceptar la buena noticia de la salvación, entonces es bueno que vos y yo a esto también lo veamos como un llamado personal para ir ajustando las tuercas de nuestra vida espiritual, para poder crecer, para no estancarnos, y en definitiva también para no retroceder en la fe, por eso hoy te invito a meditar un poco sobre los tipos de dureza que vos y yo podemos tener en el corazón.

En primer lugar la dureza “indiferente”, es esa persona a la cual nada le convence, no? Aquel que, ni busca ni quiere encontrar, Dios se le muestra si, Dios aparece en su vida, es verdad y Dios se le muestra a través de un montón de situaciones y personas, pero esta persona no termina de captar nada, es aquella persona que vive como anestesiada en su mundito, en su burbuja, pensando que solamente lo que a él o a ella le pasa es lo que le importa de verdad, lo importante de verdad. Por eso no se termina de preocupar más que por sus cosas y solamente sus cosas. Ahora bien, de ayudar al hermano? Ni hablemos, de acordarse de agradecer a Dios? Olvidate porque es la persona que vive en ese egoísmo, que se cree que todo lo que tiene es por su esfuerzo personal, es la persona que vive en la meritocracia, la persona indiferente es aquella que solamente se preocupa por su ombligo y en definitiva, se queda sola.

En segundo lugar, la dureza del “todo está bien”, esa dureza peligrosa también es la de aquella persona que dice que cree en Dios, pero que termino creyendo en un Dios de caricatura, a Dios se lo imagina como un viejito de barba que está en el cielo siempre sonriendo, que todo lo deja pasar, o como una energía cósmica no? Pero se olvida que ese Dios quiere tener algo que ver en su vida, entonces dice que cree en Dios, pero cree en el Dios del “todo está bien”. Vos crees en este Dios, yo creo en este Dios, vos crees en aquel Dios, está todo bien, pero vive como si ese Dios no existiera. Por eso se justifica todo el tiempo, nunca lo que hace está mal, siempre es el otro el que tiene la culpa de todo y al otro le echa todas las culpas, nunca él va a tener una responsabilidad, nunca asume responsabilidades o compromisos porque no tiene el apoyo firme de la fe, y a la larga o a la corta también se va quedando solo.

Por último la dureza “rigorista”, es la dureza de la persona que también dice que cree en dios, pero que vive en el otro extremo, porque cree en un Dios castigador, un Dios que está observándolo todo el tiempo para ver donde pisa el palito, entonces poder castigarlo y mandarlo al infierno. Se olvida de la misericordia porque nunca la experimentó y entonces no se perdona nada y entonces vive en la culpa pero tampoco puede perdonar a los demás. Es aquel que quiere entender y controlar todo, todo el tiempo. Esta dureza entonces lo vuelve autoexigente y lo lleva a grandes frustraciones. Esta persona también se va quedando sola.

Por eso, fijate en los detalles de en los detalles de la palabra de hoy, en estos lamentos de Jesús por lo cerrado del corazón de esta gente, imagínate el dolor del Señor frente al rechazo y la tristeza de Jesús con el no a esa propuesta de amor que El quiere hacer. Pensá en esas veces que alguien querido te desilusiona a vos, y ponete en el lugar de Dios. Por eso fijate si estas viviendo una dureza así en tu corazón y pedile al Señor que se anime a cambiarte. Vos también animate a hacer un buen examen de conciencia, revisa tu corazón y tocalo un poco para ver si es de carne o si se está petrificando cada día mas, acordate que Dios siempre está dispuesto a arrancar tu corazón de piedra y a darte un corazón capaz de amar y de ser amado. Acércate a la reconciliación y se testigo del milagro del amor de Dios en tu vida.

Que tengas un buen día y que la bendición de dios que es Padre, Hijo y Espiritu Santo te acompañe siempre. Amén