Martes 14 de Abril del 2020 – Evangelio según San Juan 20,11-18

lunes, 13 de abril de
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María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.
Ellos le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?”.

María respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”.

Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.

Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”.

Jesús le dijo: “¡María!”. Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: “¡Raboní!”, es decir “¡Maestro!”.

Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'”.

María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

Palabra de Dios

Monseñor Ricardo Seirutti obispo auxiliar de Córdoba y Delegado Episcopal para la Pastoral de Juventud

 

¡Hola querida audiencia de Radio María, especialmente los jóvenes! ¡MUY FELICES PASCUAS!

Estamos celebrando en esta semana, la octava de Pascua y este martes nos regala, la liturgia, el texto donde María Magdalena va a buscar el cuerpo de Jesús muerto, pero ya no está ¡Ha resucitado!. Y entonces, al no ver el cuerpo, se pone a llorar. ¡Se queda junto al sepulcro! y se pone a llorar. Por llorar ese dolor, no descubre, no ve que Jesús en realidad ya está vivo y presente para siempre al lado de ella.

Muchas veces nos ocurre así, que por llorar nuestras tristezas, nuestros dolores… ¡Que está bien! (son nuestras tristezas y dolores, nuestras dificultades, nuestros errores…) Pero que eso no nos impida que veamos al Señor que está siempre al lado nuestro.

Vivimos por esta pandemia que vive toda la humanidad miedos, dolores… también estamos cuidando, para cuidar a otros, cuidándome a mi, para cuidar a otro. Qué eso, no nos encierre y no nos deje ver al Señor resucitado que camina con y entre nosotros compartiendo nuestro dolores. ¡No solucionándonos nada sino gritándome la esperanza de que camina cerca nuestro, que está entre nosotros y que habita en mi corazón y en medio de esta comunidad, acompañando los dolores y sufrimientos, pero llenándolos de la alegría de la esperanza. ¡CRISTO HA RESUCITADO!