Martes 15 de Febrero de 2022 – Evangelio según San Marcos 8,14-21

lunes, 14 de febrero de
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Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: “Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”.
Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan. Jesús se dio cuenta y les dijo:”¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?”. Ellos le respondieron: “Doce”. “Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?”. Ellos le respondieron: “Siete”. Entonces Jesús les dijo: “¿Todavía no comprenden?”.

 

 

Palabra de Dios

P. Matías Burgui, sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

 

Qué importante que es confiar y qué lindo saber que Dios va caminando con nosotros, que camina a nuestro lado. Y qué lindo experimentar también que Él sostiene nuestra mano. Porque, ¡claro! ¿Cuántas veces a uno se le debilita la fe, pierde el horizonte, pierde la capacidad de seguir o simplemente se cansa? A veces nos caemos y nos acostumbramos a estar así, caídos en el piso. Y para eso está el Evangelio, para levantarnos, para animarnos, para encaminarnos cuando nos vamos a la banquina, cuando nos alejamos de Dios y eso es lo que la Palabra nos va mostrando cada día. Por eso te invito a meditar un par de puntos que quizás te pueden ayudar para tu oración de hoy.

En primer lugar, no culpes a los demás. Eso es lo que nos enseña la palabra, que con echar culpas no ganamos nada. Es lo que le pasa a los discípulos. Buscan culparse, buscan lavarse las manos, pero esto no los lleva a nada. Por eso el Señor les llama la atención en la historia de la humanidad. Desde Adán y Eva en adelante siempre andamos echándole culpas a los demás. Alguien siempre la culpa es del otro. Y no es cuestión de buscar culpables, sino más bien de asumir a veces nuestras propias metidas de pata, nuestros errores, nuestras dificultades. Porque quien asume sus errores, quien asume sus limitaciones, puede seguir caminando porque se puede dejar ayudar. Entonces, qué te parece si empezamos a reconocer lo que todavía tenemos que cambiar, pero no desde la culpa, porque la culpa no nos lleva a nada, sino más bien mirando lo bueno que hicimos y eso nos anime, que nos ayude a mirarnos como nos mira Dios. Por eso hoy, qué bueno sería poder preguntarnos qué nos cuesta perdonarnos. ¿A vos te pasa no reconocer tus errores? ¿Podés reconocerlos con madurez, con entereza, incluso con humildad? Cuántas veces nuestros comentarios van provocando cosas complicadas. Por eso aprovecha este momento para pensar, para asumir tus responsabilidades sobre todas las cosas si es necesario, para pedir perdón y para confiar en la misericordia de Dios.

Por último, no bajes los brazos. El Señor dice Cuídense de la levadura de los fariseos, cuídense de aquellos que son como la levadura que de algo chiquito hacen algo grande. Cualquier similitud con la realidad no es pura coincidencia. ¿Viste cómo a veces aparece gente en nuestra vida que todo lo vuelve oscuro? Gente que mete cizaña, que critica, que siembra división, que pone palos en la rueda. Gente pesimista que todo lo ve mal. Claro, y los discípulos seguramente habrán escuchado algún comentario de este tipo y se dejan llevar por esto. Había mucha gente y ellos no habían llevado pan. No eran capaces de dar de comer a la multitud. A vos y a mí nos puede pasar fácil esto de caer en el pesimismo, no, porque escuchamos un comentario y ya eso nos come la vida, porque a veces la realidad nos supera, porque parece que nos pasa por arriba, que nos tira abajo. Y claro, viene la pregunta desesperada: ¿qué voy a hacer ahora? ¿Qué voy a hacer si no me salen las cosas y bajamos los brazos? No, que mi novia me dejó, que no encuentro trabajo, que salí mal en una materia, que me llevo mal con mis hijos, que no encuentro el horizonte, que no sé que quiero hacer con mi vida en situaciones difíciles inclusive, pero por cosas chiquitas, por cosas grandes, dejamos de confiar en Dios, dejamos de acercarnos a Él, buscamos culpables. Es como si en invierno, cuando tenemos frío, nos alejamos del calefactor y en verano cuando tenemos calor, nos alejamos del aire o del ventilador. No bajes los brazos. Se trata de confiar esto. De eso se trata el Evangelio. Si estás pasando por un momento difícil, si te sentís fracasado, fracasada en el nombre de Jesús, anímate a renunciar a todo aquello que te hace suponer que no podés más. Hoy Jesús se los recuerda a cada uno de los discípulos. No se acuerdan de la multiplicación de los panes. Todavía no entienden. No se dan cuenta de con quién están. ¡Qué lindo! Qué lindo es descubrir que Jesús nos hace ver algo nuevo. El Señor siempre está. Él siempre estuvo. Hacé memoria. Pensá en esos momentos en los que Dios no pudo no haber estado en tu vida y ponete en la cabeza y en el corazón. Que él va a seguir estando. Pedir al Señor la gracia de comprender y hacer carne que Él nunca te va a abandonar.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañen siempre. Amén.