Martes 15 de Septiembre del 2020 – Evangelio según San Juan 3,13-17

lunes, 14 de septiembre de
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Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”.

Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

 

Palabra de Dios

Monseñor Ricardo Seirutti obispo auxiliar de Córdoba y Delegado Episcopal para la Pastoral de Juventud Argentina

 

¡Hola chicos y chicas que están siguiendo esta  transmisión  !

Como todos los Martes, nos encuentra la palabra de Dios aunque sea estos minutitos ¿no? y celebramos a Nuestra Señora de los Dolores este Martes por eso, se interrumpe la lectura del evangelio de Lucas que venimos haciendo y liturgia nos propone, del evangelio de Juan, a María al pie de la cruz, señora de dolores, dice, estaba su madre, con su hermana María, la mujer de Cleofas y María Magdalena.

Al ver a su madre y cerca de ella, al discípulo a quien amaba, Jesús le dijo: “mujer aquí tienes a tu hijo” y desde aquí, María que nos “adopta”, nos toma, ya nos ha hecho sus hijos desde el día que ha dicho “si”  allá en la anunciación, pero aquí, ante la palabra del Hijo: Nos toma, nos abraza para siempre.

Podríamos decir: “nos mete en su vientre, nos mete en su corazón” y de aquí en más es nuestra madre y así la reconocemos en la iglesia.

Un gesto que va tener el discípulo amado, “aquí tienes a tu madre y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa” ¿no?

No dudo el discípulo amado en llevarse a María a su casa y María con su sencillez propia, con su humildad propia, con toda la gracia que reside en su corazón, acepta la palabra de, él Hijo y se va a la casa del discípulo amado ¿no?

¡Como se viene hoy, cada día a nuestras casas! La decisión del discípulo ¿no?

“Y desde aquel momento el discípulo  la recibió en su casa”

Quizás este Martes que celebramos a Nuestra Señora de los Dolores podríamos hacer el ejercicio en oración o mientras ando por ahí, ¿como esta mi corazón disponible a la recepción de María como madre mía, como madre propia, como reina y señora de todo mi ser?

¿Cómo recibimos a María?

¿Soy disponible ante el pedido de Jesús de hacerla mi madre?

-Yo también debo concebirla en mi corazón como madre mía ¿no?

¿Cómo está dispuesto mi corazón para recibir cada día a María?  Es interesante cómo pareciese que el discípulo amado, cuando le dice: “aquí está tu madre”

dice que: “aquel momento el discípulo la recibió en su casa”

Es como ¡que no piensa! el amor puede más ¡siempre el amor puede más! Tanto del lado de María como del lado del discípulo ¿no?

¿Estoy disponible así como el discípulo a recibir desde cualquier momento a María en mi casa, en mi corazón, en mi vida.?