Martes 16 de Noviembre de 2021 – Evangelio según San Lucas 19,1-10

lunes, 15 de noviembre de
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Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más”. Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.

 

Palabra de Dios

Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

 

El evangelio de hoy nos presenta el relato de la conversión de Zaqueo, el recaudador de impuestos.
Un hombre conocido por el pueblo, un hombre que lo que tenía de conocido lo tenía también ha repudiado porque no lo querían a el, lo consideran un traidor, un traidor porque cobraba impuestos a los judios y los daba a los romanos, pero Zaqueo tenía una curiosidad por ver ¿quién era Jesús? Por eso se anima a dar un paso que le va a cambiar la vida.

Hoy te invito a meditar algunos puntos:

En primer lugar: Jesús te mira. Fíjate como dice la palabra que el Señor puso sus ojos en él, miró hacia arriba y quiso visitarlo en su casa. ¡Me parece muy importante detenernos en esto! Porque lo que el Señor hace con vos, con cada uno de nosotros, pareciera que no terminamos de caer en la cuenta de que Jesús siempre ¡nos mira!

¡No mira porque tiene un plan para nosotros! A Jesús no se le escapa ningún detalle de tu vida, por eso Zaqueo sube un árbol para poder ver “sin que lo vieran”

Fíjate qué interesante esto, ahí medio escondido, sin querer comprometerse del todo. Pero el Señor, que se da cuenta de todo, da un paso más. El mirar también la realidad de Zaqueo. Y así como mira la realidad de Zaqueo, mira la tuya y la mía, no es indiferente para Jesús lo que estamos pasando tu alegría, tu tristeza, tu debilidad, tu fortaleza. Todo el Señor no tiene en cuenta. Y esto a Zaqueo lo moviliza y hace que quiera emprender un camino nuevo. Zaqueo se eleva para poder bajar convertido. Por eso ¿qué te parece si tratamos de escuchar también nosotros la voz del Señor? ¿Si tratamos de encontrarnos con esa mirada de Jesús y con lo que el Señor tiene para nuestra vida, para nuestro camino, aceptar su misericordia?

Hoy el Señor también mira tu realidad y ¡se invita a tu casa! Dios no le tiene miedo a tu corazón, no le tiene vergüenza o no le escandaliza lo que pasa por tu vida, por tu historia.

El Señor te quiere transformar y qué lindo descubrir que ¡Él pone sus ojos en vos! y no en el pecado que tengas. El Señor tiene la última palabra: no tú pecado, no tu error. Por eso, lo único que te pide es un corazón dispuesto, un corazón disponible por eso pregunta: ¿te estás dejando que el Señor mire tu miseria? ¿te estás dejando transformar por Él?

En segundo lugar: Jesús se invita a comer con vos. ¿Que linda no? porque comer con alguien es un signo de intimidad. Cuando alguien te quiere, te invita a comer y compartir y es acá donde Jesús nos desconcierta porque nos hace ver que cualquiera puede ser su discípulo.

Él no mira tú currículum, no mira tu historia! El señor más bien mira a la persona, no mira el pecado, nos hace ver que toda persona puede cambiar porque todo pecador tiene un futuro y todo santo tiene un pasado. ¡Vos también podés encontrarte con el amor de Dios!

Acordate también que la misa es eso. Un momento para compartir con Jesús. Un encuentro de corazones. Dios no llama a los capacitados, sino que capacita a los llamados, a los elegidos.

Empezá a pensar que el Señor hoy quiere entrar en tu casa también. ¿En dónde vos, lo vas a recibir?

Por último: la conversión. La respuesta a tanta misericordia, la respuesta a la visita de Jesús a la casa de Zaqueo y al corazón de él, es el comienzo de la conversión, el comienzo de un proceso. Una respuesta de quien ha escuchado al Señor con admiración, de quién ha creído en Él y en definitiva quién se anima a hacer su amigo, por eso Zaqueo se convierte, cambia su forma de vivir. Cambia su forma de pensar y se adapta al mensaje de Jesús.

Por eso imagínate la alegría enorme de Zaqueo al escuchar la frase el Señor “hoy ha llegado la salvación a tu casa, por eso la paz, la liberación, el alivio que habrá sentido Zaqueo

¡Bueno! Hoy Zaqueo sos vos y soy yo. Somos todos aquellos que nos sentimos llamados y encontrados por la misericordia del Señor.

Por eso hoy hacete el propósito de actuar en este día con esa misericordia, pensa por ejemplo en una persona que veas siempre y que no te caiga bien. Pensa en esa persona que te hace o te hizo la vida imposible. Pensa en esa persona que no podes “tragar” y reza por ella.

Reza por ella y trata de tener un buen gesto con esa persona, aunque sea uno. Porque esa persona, también es hija de Dios, como dice el evangelio de hoy. Y merece que vos compartas con ella la misericordia que Dios tuvo con vos.

Acordate que el hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que estaba perdido. Vos estabas perdido, te encontraste con el abrazo del Señor, bueno: ¡Hace que otros también se encuentren con ese abrazo!

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañen siempre. Amén.