Martes 21 de 2021 – Evangelio según San Lucas 1,39-45

lunes, 20 de diciembre de
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María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

Palabra de Dios

 

Estamos a muy pocos días de la nochebuena, de la navidad y el personaje de esta semana que vamos meditando, que vamos trabajando, que vamos compartiendo es el de María santísima, por eso la liturgia hoy nos presenta el pasaje de la visitación.

Te invito entonces a que podamos llevar a nuestra vida algunos puntos, que nos pueden servir también en nuestra oración de hoy.

En primer lugar: el Espíritu Santo ¡integra!
Vemos el encuentro de 2 mujeres, primas ellas y que están viviendo situaciones similares, ambas embarazadas, ¡Isabel claramente más grande que María! seguramente tenía una relación de amistad, de confianza.
María lleva en su seno a Jesús, Isabel a Juan el bautista y hay algo que pasa entre ellas, en este encuentro, una circulación de palabras, un sentimiento, bueno más bien, más que algo, “es alguien”, ¡es el Espíritu Santo! el que pasa.

¡Se llenan del Espíritu Santo! María e Isabel !
Y cuando el Espíritu Santo pasa, todo se va transformando, el corazón “SALTA” de alegría y se convierte en un corazón agradecido.

Cuando el Espíritu Santo pasa por tu vida empezás a descubrir y a reconocer que Dios, siempre estuvo ahí, que no te abandona y por eso confías:
– Confías a pesar de todo.
– Confías aunque no veas claro.
– Confías porque no te quedas en soledad, por qué parecen personas para compartir tu vida.
Cuando el Espíritu Santo pasa, empezas a integrar cada aspecto de tu vida, como María, como Isabel, ya no existen los compartimentos estancos en su caminar, ¿no?
¿Por qué? porque Dios está presente en cada cosa, en cada ámbito, en cada situación.

¡Vos fíjate cómo vos y yo! podemos caer en esta tentación de vivir en compartimentos estanco, ¿no?
Por eso pregunta hoy: ¿Estás dejando que el Espíritu Santo te integre? ¿te integran cada aspecto de tu vida o seguís viviendo con compartimentos estancos?

¡Si lo vas a seguir a Jesús, pedile que sea en serio!

En segundo lugar: encontrar el plan de Dios
Nos detenemos en la figura de Juan el bautista, que salta de alegría, según el relato de hoy, en el seno de su madre Isabel y ¿por qué?
¡Bueno! porque descubre su misión.
Los profetas cuando encontraban y reconocían el plan de Dios en sus vidas, se ponían a saltar de alegría, ¿qué distinto a nosotros a veces, no?
¿como nos ponemos cuando Dios nos habla?
– A veces nos entristecemos.
– Nos da ansiedad.
– Queremos hacer la nuestra.
– Lo negamos, protestamos, nos alejamos, nos enojamos, ¡nos escapamos!

Bueno, la realidad nos muestra que el único que puede saciar nuestro corazón inquieto, es Dios. Y seguir el sueño que Él tiene para nuestras vidas, es lo que nos va a planificar.
– ¡Por más que protestes!
– ¡Por más que luche!
En el fondo vos sabes por dónde va en camino.
Es cuestión de ser honesto, honesta a tú corazón y con tú corazón.

Algunos les lleva más tiempo, a otros menos, pero lo importante ¡es buscar de corazón! como le dice Dios al profeta Isaias: “no temas porque estoy contigo, no te inquietes, porque yo soy tu Dios. Yo te fortalezco y te ayudo”

¡Buscalo al Señor de corazón y Él se va a dejar encontrar por vos!

Por último: ¡felices los que creen!
Que importante mensaje para estos días finales del adviento ¿no? pensar sí hemos podido trabajar la fe en este tiempo, sí hemos podido creer en Dios y “creer -le-” a Dios.

El adviento se va pasando rápido pero todavía estamos a tiempo, que lindo pedir el don de la fe:
Que importante pedirle al Señor:
– Constancia y oración.
– Perseverancia en la eucaristía
– fidelidad a la palabra.
– Docilidad a la reconciliación.

¡Bueno! que lindo pedirle al Señor el don de la paz.
La gracia de seguir caminando como María y como Isabel, con humildad, con confianza y con alegría

¿Estás creyendo que se va a cumplir aquello que el Señor te promete?
Bueno, pedile al Señor que te aumente la fe.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañen siempre.
Amén.