Jesús dijo a sus discípulos: «Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.»
Estamos transitando la quinta semana del tiempo pascual, tiempo de preparación y la venida de la fiesta de Pentecostés. En el evangelio de Juan está la escena bíblica en donde, por un lado Jesús les habla a los discípulos y les da el gran don de la paz diciéndole: “Mi paz les doy, pero no como la que da el mundo. No se inquieten ni teman. Me han oído decir me voy y volveré a ustedes. Si me amaran se alegrarían de que vuelva junto al Padre”.
¡Qué palabras tan profundas para nosotros! Por un lado experimentar el don de la paz, ese regalo grande que nos hace el Señor y por otro lado esta invitación a la confianza. No se inquieten, ni teman, es necesario que Jesús vuelva al padre para que puedan manifestarse el Espíritu Santo, el paráclito, el abogado y el defensor.
También Jesús en estas palabras les habla a los discípulos y les dice claramente, “les he dicho esto para que se cumpla, ustedes crean”. “Es necesario que el mundo sepa que yo amo al padre y que oro como Él me ha ordenado”. ¿Qué nos está diciendo Jesús? Por un lado que nos da el don de la paz, nos invita a no inquietarnos, a no temer, a reconocer que es necesario que vuelva al padre y saber que también el príncipe del mal está en este mundo.
Pidamos al Señor, la gracia de poder seguir preparando el corazón en este tiempo que para nosotros es un tiempo de alegría, de gozo, pero sobre todo del triunfo de Jesús ante el mal, ante los signos de muerte, él nos regala la vida del resucitado.
Que tengan una hermosa semana y que el Señor los acompañe siempre.
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