Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Estamos comenzando una nueva estación de este año, estamos comenzando la primavera, hoy es el día de la primavera, el día del estudiante, así que pedimos especialmente por todos los jóvenes, por todos aquellos que estudian, por todos aquellos que hoy se están tomando un tiempo libre, un tiempo de recreación; para que puedan descubrir que Dios siempre está y ser fieles a ese llamado que Dios les hizo. Justamente de eso nos habla la liturgia del día de hoy, que recuerda al apóstol San Mateo, la fiesta de San Mateo. Este evangelio nos presenta su llamado, su vocación: el Señor, dice la Palabra, puso sus ojos en él, lo vio y le dijo “sígueme”. Parece importante esto porque Jesús cada día hace lo mismo con vos.
Cada día Dios tiene un plan para vos, Él mira tu realidad, no es indiferente a Él lo que te está pasando. Jesús siempre tiene una palabra para decirte, como a Mateo, que le dice “sígueme”. Esa Palabra a Mateo lo moviliza, le cambia el corazón, lo transforma y le hace emprender un camino nuevo. Así que primero está la mirada, después la llamada y por último la respuesta constante. ¿Qué te parece si hoy también vos hacés memoria de esa primer mirada de Jesús, de esa primera llamada de Dios en tu vida y en tu historia? ¿La tenés presente? ¿Tenés presente cuándo Dios entró en tu vida? ¿Qué tal si vos y yo tratamos de escuchar la voz de Dios justamente para eso, para movilizarnos y para aceptar ese plan de felicidad que Él tiene para nosotros? Claro, cuando uno profundiza en el plan de Dios se descubre como Mateo, frágil, limitado, pecador, con errores. Esta parece ser una condición esencial para recibir el amor de Dios. Te lo repito: parece que el reconocerse pecador es una condición esencial para recibir el amor de Dios.
Cuántas veces pensamos como los fariseos, que tenemos que ser perfectos para acercarnos a Dios y que, en el fondo, es Él quien nos debe un favor. Tenemos que ser como Mateo: él se descubre pecador y transforma su vida. Por eso, solamente aquel que descubre sus errores, solamente aquel que entiende que solo no puede, encuentra al Dios de la misericordia y recibe su abrazo. Entonces pregúntate: ¿seguís creyéndote autosuficiente a esta altura del partido o ya estás en ese camino de conversión permanente? Acordate lo que dice la Palabra de hoy: no son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Jesús siempre ve más allá. Ve en Mateo un corazón dispuesto a seguirlo y en vos también espera ver eso. Jesús vino a buscar a los que están perdidos. Vos y yo cada tanto nos perdemos y ahí es lindo descubrir que, cuando no damos más, cuando ya hicimos todo perfectamente mal y le pedimos al Señor que nos tire una soga; Él no solamente nos tira la soga, sino que baja hasta nuestro barro, hasta nuestro pozo y nos saca para limpiarnos, purificarnos y darnos vida en abundancia. Animate a pasar dificultades con la mirada puesta en la mirada de Jesús. Pedí la gracia de la disponibilidad. Y, si caíste, volvé, porque Dios te está esperando.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.