Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: “¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?”.
El les respondió: “¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?”.
Y agregó: “El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado”.
En este día el evangelio nos presenta esta escena bíblica donde Jesús va atravesando los sembrados y los discípulos comienzan a arrancar las espigas, seguramente por el hambre que van experimentando en este anuncio del evangelio de la palabra del Señor.
Pero también aparece la pregunta maliciosa, diríamos, de este fariseo: ¿Por qué hacen en Sábado lo que no está permitido?
Jesús pone en claro, el acento sobre todo, en que Él es el hijo, el dueño del Sábado. Él es el hijo de Dios. Y Él tiene el poder sobre todo y especialmente sobre las leyes, ya que la ley del Señor tiene que ver con el amor y con una respuesta clara y precisa a aquellos que necesitan en el camino de la vida.
También nosotros en este día podríamos comprometernos a estar atentos a la necesidad de nuestros hermanos: sin murmurar; sin hacer un juicio. Sino ante todo compartiendo lo que tenemos, lo que el Señor nos ha ofrecido y sabiendo que nuestra misión tiene que ver con esta ley del amor que supera toda ley de cumplimiento.
Pidámosle al Señor en este día que nos acompañe, que Él siga guiando nuestros pasos y sobre todo que podamos ser reflejos de su amor.
Que tengan una hermosa semana y en este tiempo de descanso, el Señor los fortalezca.
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