No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos. Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.
En el Evangelio de hoy el Señor nos invita a buscar siempre su voluntad y no a buscar de cualquier manera, sino con la gracia del discernimiento. Esa es la palabra clave del Evangelio de hoy. Así que te invito a que meditemos algunos puntos y busquemos cómo poder discernir y seguir la voluntad de Dios.
En primer lugar, sé buen observador, dice el Señor. No arrojen perlas a los cerdos. ¿Qué significa eso? Bueno, muchas veces invertimos esfuerzos sin ver resultados y eso nos lleva a la frustración. Pero primero tenemos que ver cuáles son las perlas que tenemos, aquello que podemos compartir con los demás, esas capacidades que Dios nos da y que son valiosas en nuestras vidas. Hay gente que no está dispuesta a escucharte, hay gente que no está bien preparada para recibir tu corrección o tu anuncio. Y es por eso que es necesario hacer un buen discernimiento y decir las cosas en el momento oportuno. Observar cuándo es la mejor oportunidad, saber hablar, saber escuchar. Y si ves que no hay una buena disposición al diálogo, no inviertas tus perlas. A veces la gente se pone a discutir sobre religión, sobre política, sobre temas incluso muy delicados en estos días, pero discute porque quiere discutir, ¿no? No quiere dialogar, no quiere escuchar. Y lo único que pasa entonces es que se fomenta la discusión, la división, la bronca e incluso las peleas. Si hay eso, no hay que gastarse. Al contrario, más bien tenete paciencia, llamate el silencio, buscá el momento oportuno, más tarde, orá para que el Señor te dé la clave para poder hablar, para poder actuar, para poder estar ahí. Cuántas situaciones se podrían mejorar o evitar si no escucháramos nuestras ganas de discutir por discutir, nuestras ganas de ganar siempre. Por eso hoy sabé llamarte al silencio, reflexioná y pedirle al Señor esa capacidad de discernir qué es lo mejor en cada momento con los hermanos que tenés adelante.
En segundo lugar, busca hacer el bien, porque el Señor también dice: “Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos”. Qué lindo que es pensar en la bondad que tenemos que tener con el otro. Porque todos nosotros queremos ser amados, queremos esa correspondencia a nuestro amor. ¿Quién no va a buscar eso? ¿Quién no va a querer el saberse sostenido, el perdón, el acompañamiento, la misericordia, el ánimo, el que alguien camine con otro? Bueno, necesitamos esas cosas. Y si vos las querés en tu vida, entonces por qué no las vas a dar a los demás? Preguntate: ¿en mi vida yo estoy exigiendo más de lo que doy o estoy dando y exigiendo a la vez? Así que cada día, cuando empezás, aprendé a invertir, invertí con imaginación para hacer el bien. Acordáte, el bien es creativo. Preguntate cómo podés hacer el bien en tu casa, en el trabajo, en el colegio, en la facultad, en el club, hasta en la verdulería, mirá. Tenés que hacer siempre el bien. Por eso, convertirte en un transmisor de bondad y no exijas algo que vos no das.
Por último, si cuesta, vale. El Señor dice también: “Traten de entrar por la puerta estrecha”. Hay que esforzarse, de eso se trata. Hay que exigirse, hay que tomar medidas, hay que priorizar, hay que ponerse las pilas. Hay que cambiar todo aquello que nos impide encontrarnos con el Señor. Eso también es cuidar nuestras perlas. Y la perla más preciosa que tenés es tu vida espiritual, que es esa capacidad que Dios te da para relacionarte con Él y también con los demás. Así que no bajes los brazos, no te desanimes, busca esa puerta estrecha, porque el discernimiento es buscar por donde Dios te va llevando. Te tiene que costar un poco, eh. Pero acordate que tenés un Dios que no te dejas de soledad. Andá buscando cuál es la puerta estrecha hay en tu vida y trata de pasar por ahí.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.
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