Martes 25 de Enero del 2022 – Evangelio según San Marcos 16,15-18

viernes, 21 de enero de
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Entonces les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.”

El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.

Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas;
podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán”.

 

Palabra de Dios

Padre Matías Burgui | Sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

Hoy celebramos la fiesta de la conversión de San Pablo. Este gran santo, pilar de la Iglesia que hizo tanto por el anuncio de la Buena Noticia en los primeros tiempos del cristianismo. Es una de las bases sobre la que se fue realizando la evangelización, el anuncio a todos los pueblos. Y qué importante, qué grande lo que representó este hombre para esta vida de fe de la Iglesia; tanto es así que tenemos un día especial para recordar su conversión, su transformación, su encuentro con el Señor. Así de grande es Dios, que de la miseria y del pecado, puede sacar frutos de vida nueva. Por eso celebramos, por eso hacemos nuestra esta fiesta, porque, en mayor o en menor medida, vos y yo seguimos en un camino de conversión permanente. Vos fijate que Pablo era un tipo radical en todo lo que hacía, un apasionado que se comprometía y que no sabía hacer las cosas de otra manera. Sea para bien, sea para mal.

Saulo de Tarso, así lo reconocían. Nos dice la Palabra que, ya desde su juventud, adelantaba a muchos de sus compañeros fariseos en el cumplimiento de la Ley. Por eso, cuando Jesús trae la Buena Nueva, y luego de la resurrección sus discípulos comienzan a transmitir ese anuncio, Pablo se convierte en un gran perseguidor de la Iglesia, en un enemigo acérrimo del “Camino del Señor”, pero para mal. Qué bueno sería entonces que nos preguntemos si no estamos yendo a fondo, pero en la dirección equivocada. Qué lindo poder revisar nuestras motivaciones, nuestra dirección y poder ver si de verdad estamos haciendo la voluntad de Dios. Por eso, la fiesta de hoy nos enseña algo que es más importante que equivocarse en el camino: la conversión nos enseña que, habiendo equivocado el camino, el Señor sigue perdonando.

La fiesta de hoy nos enseña que no hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro porque Dios hace maravillas con su misericordia. Saulo se encuentra con Jesús y ese es el camino de su proceso de conversión. Hacé memoria vos también: a lo mejor Dios te tuvo que tirar al piso para que, por fin, puedas mirar para arriba y lo veas a Él. A lo mejor estabas ciego y un hermano te ayudó a ver. Fijate cómo viene la conversión en tu vida y aprovechá para ver la gracia de la verdadera conversión para vos y para los que querés. Seguramente tenés alguien por quién rezar: tu esposo, tu esposa, algunos de tus amigos, tus hijos, tus padres, tus hermanos, un compañero. Rezá, porque para Dios no hay nada imposible. Orá con confianza al Señor. Todos los días tenemos que acercarnos más de Jesús y enamorarnos de su mensaje.

El Evangelio de hoy nos habla del envío de Jesús, la autoridad de quien nos dice “vayan y anuncien”, abran su boca, involúcrense a fondo con el Evangelio. Esto es misionar y es lo que hay que pedir: la gracia de hablar de Dios todos los días dando testimonio. Por eso el Señor hace la promesa de que vas a realizar grandes signos en su nombre. La clave es confiar y ponerse en campaña. Poné atención en las promesas de Dios, vas a ver frutos, pero confiá.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.