Jesús dijo a sus apóstoles:Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.
En la Octava de Navidad celebramos la fiesta de San Esteban. En esta semana aparecerán varios personajes que testimonian el triunfo de la vida sobre la muerte, de la luz sobre las sombras, del consuelo por encima de las angustias. Es la presencia de la vida de Dios que toma la vida de los hermanos y se hace testimonio.
Mañana recordaremos a San Juan el Evangelista, luego los Santos inocentes, Ana, Simeon, Juan el Bautista ¿Por qué nos ubica la liturgia de la Iglesia Católica en este escenario? Porque asocia el misterio de la Navidad con el de la Pascua. Es decir, es un mismo misterio: Dios que vence, que es más.
Esteban, mientras es martirizado ve que el cielo se abre, que por encima aun de el dolor cruento de muerte, apredreado por quienes no soportan su dircueros, Dios es más.
Que sea también así en tu vida, que puedas ser testigo del triunfo de la luz sobre las sombras, del consuelo sobre la angustia, de la vida sobre la muerte; que Dios sea más en tu vida.