Martes 26 de Noviembre del 2019 – Evangelio según San Lucas 21,5-11

lunes, 25 de noviembre de
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Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”.

Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”.

Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: ‘Soy yo’, y también: ‘El tiempo está cerca’. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”.

Después les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino.

Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.”

 

Palabra de Dios


Monseñor Ricardo Seirutti obispo auxiliar de Córdoba y delegado episcopal para la Pastoral de Juventud

 

¡Hola audiencia de Radio María! Este martes, el evangelio precioso es de Lucas en el capítulo 21. Un Jesús que, cómo algunos están hablando del templo y de lo lindo y de lo precioso que es, les dice que “todo esto que contemplan, no quedará nada, piedra sobre piedra”. ¡Que duro debe haber caído en los oídos de aquellos que estaban alabando justamente el templo! Y entonces la pregunta de ellos es: ¿cuándo va a ocurrir? ¿cuándo tendrá esto?

Nosotros escuchamos esta palabra de Jesús, 2000 años después y entonces no lo escuchamos quizás con la realidad que lo escuchaban aquellos hebreos. De todas maneras siempre queremos confiar en “adivinos”. Y entonces acá, quieren saber cuándo va a ocurrir,  cómo va a ser… qué escuchar realmente lo que Jesús está diciendo.

Por eso Jesús les va a decir: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, por qué muchas se presentarán en mi nombre diciendo soy yo.” También “el tiempo está cerca”. ¿Cómo conocemos nosotros en este tiempo, en este siglo, de muchos que dicen esto ¿no? de el tiempo ya llega, y queremos fechas. Nos suenan a fenómenos aterradores. Y cuando nos dicen esto, enseguida que queremos saber: ¿cuándo van a ocurrir?.

Jesús, lejos, lejos, lejos de todo eso, sigue hablando ¿no? el fin no llegará “tan pronto” dice. Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá terremotos, peste, hambre en muchas partes.  Y también se verán fenómenos aterradores en el cielo. Cuánto de todo esto, nosotros sabemos, en 2000 años ha ocurrido. Ahora escuchando la palabra de Jesús sabemos también que va a seguir ocurriendo, sin embargo, “nuestra mirada”, la mirada del discípulo, no tiene que estar puesta en todas estas cosas, porque el mismo Señor nos que no nos preocupemos.

El texto va a seguir, mañana la liturgia nos va a regalar la continuación del texto donde también va a hablar de que el cristiano “va de ser perseguido”, que va a vivir el martirio ¿no?. Ahora ¡fíjense! : Muchos van a decir “soy yo”. Más que “temer” a estas cosas que dice “tener miedo a estas cosas” –que dice la palabra de Jesús, pensá en el Jesús mismo, que nos dice: “esto va a ocurrir, esto va a pasar -esto va a pasar, centren su mirada y su corazón en mí, centren su sentimiento en mi persona, ¡míreme a mí!. Ante todo esto, que si va a ocurrir mírenme a mí, mírenme a mí.

Los discípulos de Jesús, sólo ponemos nuestra mirada, nuestro actuar, nuestro obrar en la persona de Jesús. Podríamos decir de corazón a corazón. Entonces, por más que sepamos, que todo esto, porque el mismo Jesús lo dice, que va a ocurrir, que va a pasar, nosotros estamos consolados en el corazón de Jesús porque lo miramos a Él.
Lo miramos a Él. Lo seguimos a Él. Y por más que ocurran todas estas cosas, los cristianos estamos solamente atentos, a que el Señor viene, en cada momento. En que el Señor viene, hacia el final de los tiempos, pero que permanentemente está viniendo a mi. Y eso es gozo, eso es alegría. Centrar nuestra mirada en el corazón de Jesús, en el seguimiento de Jesús, todo lo demás, ¡No debe tener importancia en mi corazón!. Ni debo confiar en adivinaciones, ¡nada de eso! ¿eh?.