Martes 26 de Octubre de 2021 – Evangelio según San Lucas 13,18-21

lunes, 18 de octubre de
image_pdfimage_print

Jesús dijo entonces: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas”. Dijo también: “¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa”.

 

 

Palabra de Dios

Padre Matías Burgui sacerdote de la Diócesis de Bahía Blanca

Si hay algo que la Palabra nos viene enseñando cada día, es que es muy bueno ir encontrando que la presencia de Dios en nuestra vida es una constante, ¡Dios siempre está! Aunque nos cueste verlo con claridad, aunque tengamos una etapa de aridez espiritual, ¡Dios siempre está ahí!

Es algo que no te podés dar el lujo de olvidar eh, Dios te acompaña, te tiene paciencia y respeto también tus respuestas. Ese reino de Dios que nos narra Lucas en el evangelio se va haciendo presente en tú vida ¡En tú matrimonio! ¡En tú vida estudio! En tu trabajo, en tú vocación, con tus amigos, con tu familia, en tus cruces, en tus sueños, en tus proyectos, incluso ahí, en tus preguntas y en tus dudas. ¡Dios siempre está!

¿Como se manifiesta Dios? Bueno: esa es la clave que nos da el Señor en el evangelio de hoy. Te invito a compartir un par de puntos, en primer lugar: ¿Dónde? ¿Qué y cómo estás buscando el Reino? Dice el Señor, que el reino de Dios se parece a algo pequeño “en principio. Algo insignificante. Un grano de mostaza y un poco de levadura y así es Dios actuando en tu vida. Él se te va a ir mostrando, de todas las maneras y formas, pero donde menos te imaginas, ahí en lo sencillo, “en lo escondido”, en eso a lo que menos le prestas atención.

¡Y sí! Cuesta descubrirlo. Pero es ahí, donde la cosa se vuelve interesante, donde la vida se vuelve una verdadera aventura y deja de ser algo monótono para convertirse en una novedad. ¡No te olvides del primer amor! ¡No te olvides de ese encuentro con Jesús qué motivó todo! Que empezó a orientar tu vida. Por eso pregúntate y hace este lindo ejercicio: Sentate un rato, pregúntate y pregúntele a Dios: ¿Señor voy bien? Pedile que te ayude y no pierdas la calma si no ves un horizonte enseguida. Todos los días sembrar algo. Todos los días hace un pequeño esfuerzo en tu vida espiritual, en crecimiento, una buena oración, una buena confesión. Un reto de adoración, una canción bien cantada, bien tocada! (aunque desafines) Un momento de charla con alguien que te ayude. Pedile al Señor que te vaya orientando.

Por último: ¡Tu vida es semilla y levadura! El Señor da ejemplo de la semilla de mostaza, vos sabés que esa semilla es de las más pequeñas y así es nuestra fe también.

Bueno, en realidad, en otro pasaje del evangelio, Jesús dice que ojalá tengamos al menos un fe del tamaño de una semilla de mostaza para mover montañas, pero la clave es esa: ¡Sentirnos pequeños y necesitados de Dios!

Esa es una de las certezas que te tiene que regalar tu fe ¡hoy! Tú fe sufre tiene que ser fe de semilla. Tiene que ser genuina, es decir, responder a lo que es. Vos tenés que responder a lo que sos y ser fiel a eso. ¿Sos fiel a lo que sos? La semilla tiene sus tiempos. Una vez que la sembraron no crece enseguida. No fue nada frutos enseguida pero “los da”. Al principio no se percibe pero después de su primero sus primeros brotes y esos primeros brotes hay que cuidarlos, cuidarlos mucho. Luego se va fortaleciendo pero da frutos ¡cuando Dios quiere!
La clave de la semilla es dejar que llegue la transformación.

Ser perseverante y apuntar siempre hacia arriba y crece en silencio. ¿Cómo está la semilla de tu fe hoy? ¿Cómo está la planta de tu fe?
¿Dando frutos en tiempos de sequías o en tiempo de podas?

Acordate de tu vida de siembra y de cosecha también se pasa la hoz. También existen tiempos de corte y desprendimiento que en principio no duelen y nos cuesta entender pero son esos cortes que llevan a madurar y a dar fruto.

El señor también compara el reino con un poco de levadura que una mujer mezcló con un poco de harina hasta que fermentó toda la masa. Es ese “hasta que” -el que te da la clave-

Cuando Dios actúa, hay que dejar reposar la cosa. Que pase tiempo. No quieras que la masa crezca de golpe: todo a su tiempo.

Renunciar no es fácil pero Dios se encarga de mostrarte que en toda renuncia hay una elección y ahí aparece algo nuevo y distinto.

¡Vos anímate a compartir, que Dios se encarga de multiplicar! Pedile a Jesús crecer en el silencio. Sé sincero frente a ÉL y viví el desprendimiento ¿te parece?

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios Padre – Hijo y Espíritu Santo, te acompañen siempre. Amén.