Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.”
Estamos celebrando hoy la Fiesta de Santo Toribio de Mogrovejo, Patrono de todo el episcopado latinoamericano. Así que tomate un tiempo para rezar especialmente por tu obispo en este día. El evangelio que compartimos, Mateo 9, del 35 al 38, nos muestra al Señor compartiendo la Buena Noticia del Reino con todos. Jesús se la pasaba haciendo el bien, recorriendo ciudades y pueblos, sanando a los enfermos, y con compasión de todos los que sufrían. Él es el modelo de Buen Pastor, como veíamos estos días, que nos invita también a nosotros a pedir “al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”.
¿Cómo era un día de Jesús en ese tiempo de anuncio? Seguramente oraba, estaba en intimidad con su Padre y después sí, se ponía en camino, se donaba por completo, estaba atento. Bueno, Santo Toribio, a quien hoy celebramos, santo que se hizo latinoamericano, que se hizo nuestro, imitó a Jesús Buen Pastor siendo obispo de Lima. El pueblo de Dios sabe cuándo el pastor es pastor, cuando el pastor sabe velar y dar la propia vida, esa es la cercanía que tiene Jesús también con nosotros. Te dejo algunas ideas para nuestra oración de hoy.
En primer lugar, estar cerca. El Buen Pastor es cercano de su pueblo, es accesible. Es ese Jesús al cual tenemos que anunciar vos y yo, un Jesús cercano. Tenemos que ser cercanos también nosotros, especialmente de los que más sufren, salir al encuentro, ser accesibles, vivir en compasión y misericordia. En esta sociedad que vive la indiferencia y el individualismo, qué bien que nos hace mirar al Señor y a santo Toribio. Él recorrió en aquellos tiempos, tres veces su diócesis, cosa para nada sencilla, aprendió a hablar quechua para poder dialogar mejor con su comunidad y tradujo al quechua y el catecismo para formar en la Fe a quienes recibían el bautismo. Toribio muere en una pequeña aldea indígena, rodeado por sus fieles. Oremos al Señor para que todos nosotros tengamos corazón de pastor, a imagen de Jesús y seamos instrumentos del Evangelio.
En segundo lugar, ayudar a sanar. Jesús recorría para llevar las ciudades y los pueblos para llevar sanación, tanto física como espiritual. El Señor estaba atento: miraba el corazón, no las apariencias. Esa es nuestra misión, llevar algo de paz, llevar siempre la presencia de Dios. Somos instrumento, no remedio. Estar ahí para el hermano o hermana que sufren, implicando la propia vida para acompañar. ¿Vos tenés una mirada comprometida o indiferente?
Por último, orar por pastores. Así como pedíamos este fin de semana por el aumento, santificación y perseverancia de las vocaciones, hoy es también nuestra tarea mantener ese compromiso. No pidas para que en algún lugar del mundo haya vocaciones, pedí para que de tu lugar, de tu familia, en tu vida, por qué no, el Señor llame al servicio. Ya desde ahora, en este momento, hoy, Jesús te da esa misión: pastorear en donde estés. El testimonio de Toribio nos invita también a nosotros a llevar la vida del resucitado. Habrá que lanzarse nomás. Acordate que el Buen Pastor también te llama a vos.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.
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