Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.”
Junto con toda la Iglesia celebramos a Santa Rosa de Lima, patrona de América, primer santa américana, modelo de seguimiento del Señor. A ella pedimos su intercesión por nosotros, por nuestra patria y por todo el continente americano.
El evangelio de hoy, Mateo 13, del 44 al 46, nos presenta a Jesús hablando del Reino. “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo”.
¿Quién es el tesoro escondido? ¿Quién es el comprador del campo? ¿Qué paga para comprar el campo? Generalmente interpretamos que el tesoro es el mismo Señor y en nuestra vida espiritual somos nosotros quienes compramos el campo para poder quedarnos con ese tesoro. Sin embargo, una mirada profunda nos puede ayudar a descubrir que, justamente, el que encuentra el tesoro es Jesús, el que compra el campo, es Jesús y el que paga para comprar el campo, derramando su propia sangre, es Jesús. ¿Y entonces, cuál sería el tesoro? Bueno, nosotros mismos. Sí, somos un tesoro para Dios, somos valiosos. Vos y yo somos lo más preciado para el Señor. Tanto valés, tan importante sos, tan valiosa es tu vida, que Dios ha querido regalarte la posibilidad de reconocer, de ver que Él te ha creado para cosas grandes. Dios ha tomado una decisión por vos: ha decidido darlo todo, entregarlo todo, venderlo todo, entregarse por completo, su vida, y derramar su sangre para regalarte la plenitud. Qué lindo esto, ¿no? Descubrir de una manera diferente que Dios nos ama tanto que no le da lo mismo que seamos felices o no. ¿Qué ha visto el Señor en nosotros? Bueno, pidamos tener su mirada, la mirada de Jesús para reconocer que valemos.
Acordate que conocer a Jesús es lo mejor que nos ha pasado en la vida. Porque quien encuentra esta perla es capaz de dejarlo todo. Podemos encontrarlo sin saber lo que buscábamos superando nuestras expectativas, o nos puede salir al encuentro sin pensarlo. Dejate sorprender por Dios.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.