Martes 31 de Diciembre del 2019 – Evangelio según San Juan 1,1-18

lunes, 30 de diciembre de
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Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: “Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo”.
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

 

 

Palabra de Dios


Monseñor Ricardo Seirutti obispo auxiliar de Córdoba y Delegado Episcopal para la Pastoral de Juventud

 

Hoy caminamos el último día del año 2019. Es bueno no olvidarnos de dar gracias por todo lo que hemos vivido este año. Por las cosas lindas y buenas, las que nos han venido de Dios y también por aquellas cosas, que seguramente han causado dolor, alguna herida, pero sin duda alguna nos ha hecho crecer, mejorar. Nos han ayudado a ser mejores discípulos de Jesús, más hermanos con los demás.

Podemos, ésta tarde, comenzar a celebrar la inminente llegada del primer día del año nuevo: 1ro de enero, que será la fiesta de María. ¡ Santa María, Madre de Dios!

La vamos a contemplar en el evangelio de Lucas, con la llegada de los pastores: “los pastores fueron rápidamente a donde les había dicho el ángel del Señor y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en un pesebre”. Les han anunciado los ángeles y entonces ellos han corrido rápidamente a buscar a este recién nacido, allí lo encuentran, en la sencillez de un pesebre. Esto lo contemplábamos, también, el día de navidad. Estamos invitados a contemplarlo cada día.

A Dios lo encontramos en las cosas simples, sencillas, en esto pesebres “diarios” de nuestro corazón, del corazón de los demás.

Los pastores, seguramente luego de contemplar al Niño, al salir de allí, empezaron a contar a los demás, esto que habían visto. Esto debe haber producido admiración en aquellos que escuchaban.

Fíjense como a veces nosotros queremos “guardarnos el anuncio para nosotros solos” y cuando lo contamos, los demás, se admiran de lo que le contamos.

Nos animemos, cada día, a producir esta “admiración” en los demás, que no es por lo que nosotros somos y hacemos, sino que es por lo que decimos y lo que decimos del Señor.

Aquello que ha hecho, en la historia. Aquello que ha hecho en nuestras vidas. Y lo que ha hecho personalmente en cada uno de nosotros.  No guardemos solo para nosotros, el anuncio de lo que vemos, lo que oímos, lo que encontramos, lo que hace Dios en nosotros.

Es tiempo de contar, de anunciar, de decir lo que Dios ha dicho y hace en nosotros.

María “conservaba toda éstas cosas en su corazón”, también del mismo evangelio de hoy de Lucas: “conservaba toda estas cosas en su corazón”. Las guardaba para contarlas, para decirlas para que la admiración por lo que Dios ha hecho, hace y seguirá haciendo, produjera en los demás la conversión, el encuentro con el Señor.

Que María nos regale, la gracia de, este año 2020 que comienza, ser anunciadores de la Palabra, de ser anunciadores de Jesús, que nace sencillo y pobre en un pesebre.

Que no regale la gracia de seguir anunciando a este Dios bueno que quiso venir, nacer entre nosotros y hacer grandes y maravillosas cosas. Eso en los demás produce admiración. En nosotros produce la alegría de contar lo que Jesús va haciendo cada día en nuestras vidas.

¡ Que tengan muy feliz Año Nuevo !