Martes 5 de Mayo del 2020 – Evangelio según San Juan 10,22-30

lunes, 4 de mayo de
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Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón.

Los judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente”.

Jesús les respondió: “Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa”.

 

 

Palabra de Dios

 

Monseñor Ricardo Seirutti obispo auxiliar de Córdoba y Delegado Episcopal para la Pastoral de Juventud Argentina

 

¡Hola querida audiencia de Radio María y queridos jóvenes!

Este Martes como toda esta semana, después de este Domingo que hemos celebrado el “Buen Pastor”, el Señor nos habla a nosotros desde su palabra, diciéndonos que ¡Él es nuestro Buen Pastor y que nosotros somos Su rebaño! Nosotros somos sus ovejas, aquellos que lo escuchamos y que Él nos conoce. Él nos conoce y nosotros los seguimos, porque escuchamos su voz, ante tantas voces (entre tantos ruidos) Él es la voz que nos llama, la voz que nos invita a seguirlo. Y Él es quien nos da la vida eterna, y Él mismo es quien nos dice “nadie las arrebata de mis manos”.

Estamos en la manos de Jesús. Por eso, los invito este Martes, a hacer un ejercicio de confianza. De confianza en aquel, Buen Pastor, que es “guardián”, que es “puerta”, ¡que me ama y me cuida!. ¡Estoy en sus manos! Pensar que es Él el que, en todas estas dificultades, me sostiene, me acompaña, me llama a estar con Él. También me consuela, me atiende, porque me estima, tiene estima por mi. Él es también el que ¡SANA! Y es también el que me alimenta.

Y fíjense, como Buen Pastor, es buen guardián, por lo tanto, está ¡VIGILANTE!. También está vigilante hacia todo lo que pasa por mi corazón, por mi dolores y por mis alegrías. Los invito a reconocer en nuestras vidas, en este día, la presencia del Buen Pastor, sabiendonos en sus manos y que nada me arrebatará de el cuenco de sus manos.