Dar mi todo, mi 100%

lunes, 11 de febrero de

11/02/2019 – Seguimos adentrándonos en las historias de jóvenes durante el verano. Historias sencillas y ocultas, cargadas de compromiso social y de la alegría de compartir el evangelio entre los pobres.

Hoy compartimos el testimonio de Florencia Roldán que nos llega desde el corazón de una Colonia de Vacaciones en Santiago del Estero. Flor estará allí durante 3 semanas al servicio, pero en medio de un recreito, deja las risas, los gritos y el barullo del agua de fondo, para escribirnos.

 

Mi nombre es Florencia, soy de Santiago del Estero y hace aproximadamente 6 años que participo animando las colonias de vacaciones en el Oratorio Don Bosco.

La propuesta consiste en brindarle a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de barrios vulnerables de la provincia, un espacio diferente, en donde, puedan disfrutar de la pileta, juegos y un refrigerio; así también pretende ser un espacio educativo, evangelizador, donde todos podamos vivir el ser comunidad, y encontrar el amor de Cristo en la sencillez del encuentro con el prójimo. Es un lugar donde no solo puedes pasar momentos de diversión sino SER con el OTRO/OTRA.

En esta oportunidad, mi servicio fue diferente ya que estuve coordinando (junto a un equipo de diez) la colonia. Es decir, lo viví desde el “afuera” añorando la cercanía que te da el preparar juegos y jugarlos, ESTAR en el patio; sin embargo fue una tarea que hice con mucho compromiso y alegría ya que me permitió ver a la experiencia desde otro punto de vista; con más atención no solo a las miradas llenas de alegría y amor, a las risas o carcajadas por algún chiste o mueca, la fuerza y energía de un canto de animación o las hinchadas que se armaban, sin querer; sino también al cansancio de mis compañeros y compañeras, las tensiones (propias de la convivencia entre personas sumamente diferentes) momentos de charla con algún que otro “revoltoso/a”.

Esto me hizo pensar que esta experiencia marcó y marca mi humanidad de muchas formas, que la entrega y el servicio es amor, alegría pero también cansancio, tristezas, esfuerzo y sacrificio; y lejos de pensar que es un contradicción, sostengo que muestra la belleza de la complejidad; porque eso es, complejidad, que te invita a renunciar, a dejar de lado el YO, para ser un NOSOTROS; dar todo lo que tienes y lo que no también.

Y esto es lo que me llama a elegir año atrás año, esta experiencia, porque me interpela, me cuestiona y problematiza mi ser animadora, mi ser mujer, mi ser humana… Cada niño, niña, adolescente y joven me invitan a pensar-me, a arriesgarme, a no tener miedo… tal como lo hizo Don Bosco en su momento.

A creer que con un poco de amor, fe, pequeños gestos se puede transformar vidas, que no basta con mirar y hablar, sino que hace falta arremangarse y pisar el barro, la tierra, involucrarse, ser protagonistas de cambios, trabajar por y con ellos y ellas; ponerse la camiseta de la empatía, de la cercanía, de la otredad… dar mi todo, mi 100 %.