Hay cosas, características propias de tu persona, habilidades, o dones (llamalos como prefieras) que te han sido dados, que no has hecho nada para poseerlos, tan solo te son propios. Todo lo que se nos ha dado es para darlo. Bajo esta lógica de la gratuidad, del darse porque sí , se va transformando la propia vida y la de los demás. Todo lo que se guarda para sí muere, es decir, es infecundo. El tesoro muere enterrado en el campo, o lo que es lo mismo, el Tesoro queda bajo mil escombros en un corazón que no es capaz de darse. Y lo que podría haber sido fiesta compartida queda truncada en el ‘podría’. Hay tantos dones como personas. Menciono algunos a modo de ejemplo: – El ser organizado y prolijo es regalo y será fuente de Vida en la medida en que sepas ponerlo al servicio para generar espacios y dinámicas que generen Vida en abundancia. Hay tanto caos necesitando orden. – El ser creativo es don. Hay tanta vida esperando ser reinventada y embellecida. – Todo el conocimiento que hemos sido capaces de adquirir es regalo que hemos de compartir. – La paciencia, la empatía, la ternura, la calma, la disponibilidad, entre tantas otras.
Hay actividades en las que nos sentimos a gusto porque simplemente estamos siendo. Hay lugares en los que el corazón arde de un modo especial, donde uno se siente demasiado ‘en casa’. Hay personas que nos nutren, que son fuentes de Vida, personas que tienen la capacidad de ver y sacar lo mejor de nosotros. Tienen el don de desenterrarnos los tesoros pero solo nosotros somos quienes elegimos qué hacer ante tal descubrimiento. Podemos cobarde y egoístamente volverlos a esconder o dejarnos cautivar por la lógica de la gratuidad, del dar por dar. Es una lógica distinta a la que se propone en general pero una vez que somos capaces de gustarla, confirmamos que para eso hemos nacido: para darnos; y que la vida no sirve para otra cosa que para gastarnos amando. Descubrimos que mientras más amamos, más vivimos. Y abiertos a su Misterio vamos creciendo en el Amor y crece en nosotros la esperanza de creer que nos será posible en todo contemplarLo, para en todo amarLo y servirLo.
Ojalá seamos capaces de ir descubriendo dónde, cómo y a quiénes darnos, ojalá que seamos lo suficientemente valientes y generosos para arriesgarnos.