Miércoles 05 de Julio de 2023 – Evangelio según San Mateo 8,28-34

martes, 4 de julio de
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Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino.Y comenzaron a gritar: “¿Que quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?”A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo.Los demonios suplicaron a Jesús: “Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara”.El les dijo: “Vayan”. Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron.Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados.Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.

Palabra de Dios

Padre Nicolas Ceballos | Sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza

Nos encontramos con un relato fuerte y oscuro para comentar. El Evangelio nos cuenta que Jesús se dirigió a una región pagana, a las afueras de Jerusalén. El Señor camina por en medio de tierras totalmente impuras para los hombres de su época. Tierras que no son dignas de pisar por un judío, ya que ellas no han recibido la gran revelación del Dios de Israel. Ellos desconocen la Ley y los mandamientos y viven sin la presencia de Dios. Sumado a todo esto el relato nos cuenta que Jesús caminaba cerca de los sepulcros, otro lugar impuro en medio de un pueblo impuro, ya que de él salen dos endemoniados llenos de miedo que le dicen: «¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?». Jesús expulsó los demonios que los azotaban y los envió a una piara de cerdos, que enloquecidos por el mal que los habitaba terminaron desbarrancándose en el mar.

Con esta escena del Evangelio te propongo una reflexión: Jesús no teme a las impurezas de muerte, más bien las encara de frente. Realmente no hay oscuridad o pecado que haga que Dios quite la mirada de la persona. Muchas veces creemos que nuestras oscuridades pueden ser un motivo para que Dios se aleje de nosotros. Es triste escuchar a una persona que siente o cree que Dios no está con él, a causa de un pecado o una situación de oscuridad. En el evangelio vemos todo lo contrario. Jesús camina por las regiones más oscuras, por aquellas que nadie se anima a caminar, por un solo motivo: para encontrarse con estos endemoniados y liberarlos. No hay oscuridad o pecado que Jesús no pueda vencer para liberarte.

Hay que notar que estos endemoniados eligieron para vivir los sepulcros, lugares de muerte, en el que ninguna persona elegiría para hacer casa. La oscuridad del pecado desfigura a la persona y la vuelve muerta en vida. El pecado, como la victoria del mal en nuestras vidas, nos oscurece, nos aparta, y nos encierra en un reino de muerte. Pero te lo repito una vez más: ¡No temas! ¡Jesús vence la muerte con su sola presencia! Él camina por tus regiones, esperando que salgas de esos sepulcros y lugares de muerte por los que caes, para pronunciar su palabra liberadora y devolverte el rostro de hijo muy amado.

Movidos por este Evangelio que nos pinta a Jesús liberador de la muerte, podemos rezar juntos, para que la presencia de Jesús nos mueva a salir de nuestros sepulcros para ser liberados… salir del sepulcro de la indiferencia, de la corrupción y del maltrato. Salir del sepulcro de la envidia, del odio y del robo. Salir del sepulcro del egoísmo, de la falta de diálogo y del capricho. Salir para vivir como hijos amados y resucitados. ¿En qué sepulcros estás cayendo?