Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Hoy, 10 de agosto, celebramos a San Lorenzo y compartimos el Evangelio según San Juan. San Lorenzo fue diácono y mártir de la iglesia de Roma. Él era un estrecho colaborador del Papa VI, quién fue asesinado por los soldados Romanos en el siglo III, tiempo de persecuciones. Viendo Lorenzo que la cosa estaba complicada para los cristianos, tomó una decisión: se dirigió a la sacristía y buscó todos los elementos litúrgicos de oro, copones, cálices, y los entregó a los más pobres. Luego lo notificaron de que, como sabían que los cristianos poseían muchas riquezas, trajera a manos de los gobernadores todos aquellos bienes que tenía la Iglesia de Roma. Entonces Lorenzo salió por las calles buscando a todos los pobres, lisiados, enfermos, y los reunió. Luego se presentó a los gobernantes y les dijo: “aquí están los tesoros de la iglesia. Les aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador”.
Está inspirada ocurrencia que tuvo Lorenzo lo llevó a su propio martirio. conocemos que fue martirizado de una forma muy cruel; prepararon una suerte de parrilla en la cual lo acostaron. Cuenta la historia de Lorenzo que incluso después de estar varios minutos en la parrilla dijo “Gírenme del otro lado, porque esta parte ya está bien cocida”, y que no se sentía de él ninguna queja de dolor, sino que se veía un rostro feliz por entregarse al igual que su maestro.
El Evangelio de hoy nos dice lo siguiente: Les aseguro que, si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere da mucho fruto. Los mártires son el testimonio real, concreto y siempre novedoso de aquellos que dan la vida por alguien. Y esto es algo hermoso, porque el cristianismo es la invitación a dar la vida por alguien vivo no por una idea, sino por una persona. Damos la vida por amor. El testimonio de los mártires animas a entregar Los sufrimientos diarios a causa de ser cristiano: las incomprensiones por nuestra fe, por nuestras opciones y por nuestras decisiones.
Dice el Evangelio también: el que quiera servirme que me siga, y donde yo esté estará siempre mi servidor. Esta es la fuerza de los martes. No son guerreros solitarios, sino que se saben acompañados por Dios. Lorenzo al momento que entregaba su vida rezaba por la conversión de Roma. Por eso te invito a que puedas hacer una oración donde entregues al Señor los martirios de cada día, donde entregues esos pequeños sufrimientos que muchas veces conlleva el jugársela por el amor. Como Lorenzo que puso toda la carne en la parrilla, literalmente, nosotros también queremos poner nuestro corazón en las manos del Señor.
Que nuestra vida también sea un testimonio que alimente y animen a muchos.