Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”.El les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino;danos cada día nuestro pan cotidiano;perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”.
Nos encontramos hoy con la oración del Padrenuestro. Oración central de los cristianos, que más de una vez al día la repetimos. En la mañana al levantarnos, en la Eucaristía que celebramos, en la noche al terminar el día y seguramente también en alguna otra oración de pedido o agradecimiento que hacemos.
La oración del Señor, porque él mismo es el auto que la pasó a nosotros, sus discípulos para que la recemos con todo el corazón. En torno al evangelio de hoy te propongo algunos puntos para la oración.
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.»
Es hermoso pensar en Jesús orando… su rostro, su presencia, su ser se transfiguraba al momento de entrar en diálogo con el Padre. Los discípulos lo deben haber contemplado miles de veces. Tenemos tantos registros en los evangelios de momentos donde Jesús sube un monte, se retira a un lugar desierto o simplemente se aparta para orar. El Evangelio dice en algunas partes que Jesús pasaba noches enteras en oración.
Esta forma de rezar tan comprometida. Debe haber cuestionado mucho a sus discípulos que seguramente también desearon tener esa forma de rezar. Y lo vemos en el Evangelio de hoy. Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar.
Y es lo que te invito que repitas en tu oración: Señor enséñame a orar… así con tu entrega… con tu generosidad en el tiempo de oración. Enséñame Señor… que no sea mezquino cuando se trate de hablar con mi Padre… enséñame a orar sabiéndome hijo amado como vos.
Un segundo punto para la oración: Jesús les enseña nada más y nada menos que el Padrenuestro…
No se trata de una oración que los discípulos debían aprender y repetir como loros, sin entender. Sino que es un resumen de las convicciones más profundas de Jesús… una lista de los puntos que Jesús ha anunciado… y que los discípulos deben poner en oración para que el Espíritu Santo los ayude a seguir realizándolos…
Padre nuestro que estás en el cielo… Es el anuncio centrar de Jesús. Dios es Abba, es decir, Padre. Un padre que nos ama con locura al punto de enviar a su propio Hijo a que comparta nuestra carne y a su propio Espíritu a que anime nuestro corazón y nuestras comunidades.
Santificado sea tu nombre… es el deseo ardiente de todos los profetas. Que se reconozca tu nombre como salvador de todas las naciones.
Venga a nosotros tu Reino… Reino que se hace presente cuando el evangelio de Jesús se vive entre los cristianos.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo… dejándote ser el soberano de nuestros corazones. Entregándote nuestras voluntades heridas por el egoísmo para que las sanes y vivamos para los demás.
Danos hoy nuestro pan de cada día… sabiendo que el mandato de ganarlo con el sudor de la frente, sigue siempre vigente. Pedimos la fuerza para trabajar por él.
Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden… palabras que Jesús hizo gesto concreto en cada anuncio de misericordia.
No nos dejes caer en la tentación… no pedimos no ser tentados… sino la fuerza necesaria para vencer las tentaciones y cargar la Cruz.
Líbranos del mal… porque como discípulos de Dios queremos vivir siempre en el bien de su presencia.