Miércoles 13 de Mayo del 2020 – Evangelio según San Juan 15,1-8

lunes, 11 de mayo de
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Jesús dijo a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.

Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.

Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»

 

 

Palabra de Dios

 

Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

Hoy comenzamos a compartir el capítulo 15 del evangelio según san Juan, los versículos del 1 al 8. Fijate qué lindas imágenes nos va presentando la Palabra en este tiempo. El Señor se presenta como la Resurrección y la Vida, como el Buen Pastor, como el Pan de Vida, como el Camino, la Verdad y la Vida. A Jesús le gusta usar imágenes para contarnos cómo es ese amor que nos tiene y cómo creer nos eleva a Dios. Hoy vemos al Señor comparando esta relación con una vid y sus sarmientos. Nos dice algo de él y de nosotros. Te dejo algunas ideas para nuestra oración de hoy.

En primer lugar, animate a permanecer en Dios. Nos encontramos con la palabra “permanecer”. Permanecer es estar con, no moverse. Ese es el pedido que el Señor nos hace hoy, estar con y en Él. Implica mantener un dialogo constante y dejar que Dios tenga que ver con nuestra vida. A veces cuesta caer en la cuenta de que todo lo que hacemos y pensamos tiene que ser en clave de seguimiento de Jesús. Permanecer tiene que ver con dejar que el Señor esté en todo lo que hago. Pregúntate hoy: ¿estás viviendo tu vida unida a Jesús?

En segundo lugar: con Dios, todo. Sin Él, nada. Sin Jesús no podemos dar fruto, sin el Señor, todo se vuelve cuesta arriba, todo se torna más difícil. Ponete a pensar que a veces nuestras tristezas, nuestras locuras, nuestras crisis, nuestras cosas más raras, nos pasan cuando nos alejamos de Dios. Pero no es Dios que se aleja, es uno el que se aleja de Él. La buena noticia es que siempre podemos volver. Por eso la insistencia del Señor, por eso el pedido de permanecer. Jesús no quiere que te seques, no quiere que te marchites, sino que des fruto abundante. Incluso lo que ya parece seco en tu día a día puede volver a la vida si lo ponés en manos de Dios. Animate a confiarle todo lo tuyo.

Por último, los frutos. Todos queremos dar frutos y, si estamos acá, es porque queremos seguir al Señor. Si somos verdaderos discípulos, los frutos van a estar. Los frutos dependen de Dios. Y sí, es cierto, a veces no los encontramos y nos viene la ansiedad. Pero hoy Jesús te muestra que, cuando los frutos no son los que esperabas, Dios cambia tus planes por unos mejores. Bueno, ¿querés ver frutos en tu vida? Viví con capacidad de asombro, porque Dios toma lo tuyo y hace maravillas. Pedile hoy la gracia de reconocer su paso en tu vida y en la de tus hermanos.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.