Miércoles 14 de Agosto de 2019 – Evangelio según San Mateo 18,15-20.

martes, 13 de agosto de
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Jesús dijo a sus discipulos: Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.
Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.

Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.  Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.

 

 

Palabra del Señor


P. Matías Burgui, sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca.

 

 

No podemos pensar ni vivir nuestra fe aisladamente, Jesús nos regaló la comunidad y por eso la fe, o se comparte o le falta algo. En el Evangelio de hoy, Mateo 18, del 15 al 20, escuchamos estos consejos del Señor que nos ayudan a vivir mejor esa vida comunitaria de discípulos-misioneros. Meditemos algunos puntos para nuestra oración de hoy.

En primer lugar, querer lo mejor para el otro. Comunidad se dice de muchas maneras, vivimos en muchas comunidades a la vez: la familia, los amigos, el trabajo, el estudio, la parroquia. Pero donde hay comunidad hay roce. Es una realidad que va a estar siempre y es bueno que sea así porque los roces nos van moldeando. Sin embargo, lo que primero tiene que estar es la caridad. Sin caridad todo cuesta más, todo se complica más. Hoy el Señor nos invita a practicar la caridad en una forma impensada: buscar el bien para el otro, incluso ayudándolo a mejorar con la corrección, la corrección entre hermanos. Todo un desafío para nuestro hoy porque vivimos muchas veces pensando en que lo mejor es no meterse, no comprometerse. Incluso hay quien dice “¿quién soy yo para corregir al otro?”. Bueno, hay que discernir bien porque muchas veces, es una excusa y una falta de amor al prójimo. Tenemos que ser instrumentos del amor de Dios, de un Dios que nos quiere bien y felices. Y para eso pone personas que nos dicen lo que necesitamos. Hoy vemos estos pasos de la corrección fraterna y el primero es reconocer que el otro es tu hermano. Preocupate por tu hermano, preocupate porque ese hermano llegue al cielo. Acordate que Dios te va a preguntar por él, que la corrección sea algo constructivo. Qué duro y que triste que es cuando todo el mundo sabe algo malo y el último en enterarse es el implicado. Buscá el díalogo, rezá, preocupate y ocupate.

En segundo lugar, perdoná. No se puede vivir en comunidad sin perdón. Tarde o temprano te va a tocar perdonar o tener que darlo. Jesús habla de esto, atar y desatar. Si esto no te pasó aún en tu comunidad, algo raro pasa. Desconfiá cuando te dicen que nunca hay roces, porque tampoco hay perdón, y donde no hay perdón, no está el Dios de la misericordia. No te pongas mal, no le hagas la cruz al otro, no te dividas, no esperes a que el otro venga, andá vos. Toda comunidad que sigue a Jesús tiene que perdonarse mutuamente. ¿Cómo andás de perdón hoy, cómo anda tu perdón? ¿Vas perdonando? Acordate que es un proceso y una gracia que Jesús te quiere regalar.
Por último, que Jesús esté en el medio. Cuando valorás al otro, cuando lo aceptás y soportás, descubrís la presencia de Dios. Por eso el Señor te invita a la oración comunitaria y esta promesa de estar en medio. Cuando Jesús está en el medio todo se transforma. Qué lindo rezar por otros y con otro. La capacidad de interceder, incluso por gente que uno no conoce personalmente. Ese es el regalo que Dios te da. ¿En tu comunidad, Jesús está en el medio? ¿Estás intercediendo, estás dando gracias? Dejá que Él sea el centro.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.