Miércoles 17 de Abril del 2019 – Evangelio según San Mateo 26,14-25

martes, 16 de abril de
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Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?”. Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.

El primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”.

El respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: ‘El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos'”.

Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.

Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”.

Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo, Señor?”.

El respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”.

Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?”. “Tú lo has dicho”, le respondió Jesús.

 

Palabra de Dios

 

 

P. Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

Estamos transitando la semana más importante para los cristianos y hoy, miércoles santo, nos encontramos con el Evangelio según san Mateo, capítulo 26, del 14 al 25. Jesús anuncia que lo van a traicionar. Ya mañana comenzaremos el triduo pascual, pero te propongo algunas ideas para tu oración de hoy:

En primer lugar, fidelidad. Vemos a Judas, que buscaba la ocasión favorable para entregar a Jesús. Y claro, nos ayuda a pensar esto en nuestra propia vida. Cuántas veces terminamos por vender a Jesús y el amor que nos tiene por unas pocas monedas. Hay tantas formas de vender a Jesús. Judas lo hizo por dinero, pero también hay otras maneras: cuando cambiamos los valores del evangelio por la moda de turno, cuando renegamos de nuestra fe, cuando no hacemos lo que decimos, cuando nos da vergüenza dar testimonio, cuando nos falta coherencia. Y a veces incluso hasta nos animamos a hacer la pregunta: “¿seré yo, maestro?” La semana santa es también para darnos cuenta de que Dios, aunque a nosotros nos cueste responder, nos sigue amando. Preguntate hoy si el Señor Jesús está siendo lo más importante en tu vida, si todavía no te falta confiar más. Pedile que te siga regalando una fe y una actitud fiel. No le des la espalda a Jesús.

En segundo lugar, pedí la sanación. Judas estaba interesado por el dinero nos cuenta la Palabra. Y tal vez vos o yo también podemos caer en esta tentación de lo material. Y si no es lo material, quizás haya algo que nos seduzca. Algo que nos distrae y que sabemos que a Dios no le gusta. Sin embargo, las seguimos buscando. Qué bueno sería que en esta semana santa podamos dejar delante del Señor aquellas cosas que nos alejan de Él. Puede ser el mal carácter, la falta de paciencia, la falta de perdón, el enojo, la soberbia, los placeres. Bueno, Dios sabe, déjalo que te muestre qué aspectos todavía faltan trabajar. Esta semana santa es para renunciar a esa soberbia de querer arreglarnos por nuestra cuenta. Acordate que sin Jesús, no podemos nada.

Por último, prepará el corazón. El Señor en estos días quiere que vos prepares tu corazón para encontrarse con vos, para cenar con vos, para compartir y darse por amor. Qué lindo sería pedir la gracia de tener los mismos sentimientos que Jesús. Pensá en esta semana santa lo que habrá pasado por el corazón del Señor. ¿Qué habrá sentido su corazón con las preguntas de los discípulos, con la traición de Judas, con las negaciones de Pedro? Imaginate qué habrá pasado por el interior de Jesús con su juicio, con las burlas de Herodes, con el lavarse las manos de Pilato, cuando cargó la cruz, con el Cireneo. Pensá en el corazón de Jesús con el buen y con el mal ladrón, con el consuelo de María, su madre. Metete en el corazón de Jesús y empezá a vivir una semana santa con cambios. Que no sea un relato lejano, que Jesús pase por tu vida y tu corazón.

Que tengas un buen día, y que la bendición del Buen Dios, que es Padre, el Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.