Miércoles 17 de Agosto de 2022 – Evangelio según San Mateo 20,1-16a

lunes, 15 de agosto de
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Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?’. Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’. El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’.  Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».

Palabra del Señor

Padre Nico Ceballos  | Sacerdote de la Arqudiócesis de Mendoza

 

 

Hoy leemos la “Parábola de los trabajadores de la última hora” en el Evangelio Según San Mateo. Te comparto algunas ideas que pueden ayudarte a entrar adentro de este Evangelio, y a dejar que el Evangelio entre adentro de tu vida.

Jesús nos narra la historia de un trabajador incansable. Al parecer, dueño de una viña inmensa que ofrece muchísimo trabajo. Éste sale muy de madrugada a buscar obreros ¡Y los encuentra! Sale nuevamente a media mañana, a medio día y a media tarde y sigue ofreciendo trabajo. Incluso sale cuando ya está cayendo la tarde y se va a apagando la jornada laboral…  buscando nuevos trabajadores que sumen a su equipo.

¿Porque el Reino de los cielos se parece a esto? ¿Qué nos revela esta parábola sobre Dios? Dios es ese trabajador incansable. Él quiere que todos seamos parte de ese proyecto de amor que comenzó en la creación del mundo y que se manifiesta en la Salvación que Jesús nos ha venido a ofrecer. El Señor no quiere que nadie se quede afuera.

Experimentamos en nuestras comunidades eclesiales la cantidad de trabajo que hay. El exceso de necesidades espirituales y materiales del Pueblo de Dios, el servicio a los más pobres, la laboriosa y artesanal tarea de la catequesis, el acompañamiento a nuestros jóvenes, el servicio esperanzador a los enfermos y a los familiares que han perdido algún ser querido. ¡Realmente hay tanto trabajo! Es hermoso ver a los obreros que desde tiempos muy tempranos están poniendo la mano en esta viña que es la Iglesia. Si nosotros, que somos simples trabajadores, nos preocupamos y ocupamos del trabajo apostólico de nuestras comunidades, cuanto más lo hará el Señor que él es dueño de la viña.

El Evangelio nos invita a una confianza abismal en la providencia de Dios que no deja de llamar trabajadores y formar esta gran cuadrilla de obreros del Señor. Este es el estilo de Dios que tenemos que imitar: Un Dios trabajador que no deja de llamar y confiar en la gente. Un Dios que siempre suma y da oportunidades. Un Dios que abre la cancha a los demás. Por eso, en medio de la tarea apostólica, aunque sea mucha, no te desesperes… hay mucha gente que aún no ha recibido la invitación de ser parte de esta viña. Anímate vos a ser instrumento de Dios y a invitar a aquellos que se han quedado desocupados en la fe, sin encontrar el para qué de sus vidas.

Por otro lado, este Evangelio nos muestra otra característica del Reino de Dios: No se gana a fuerza de méritos personales. Todo es un regalo de Dios. Y es que el Señor no nos paga según lo que hacemos, sino según lo que somos. El Reino de Dios consiste en descubrir que, como trabajadores, somo hijos amados de Dios. En la parábola Dios tiene un trato personal con cada uno de los trabajadores acordando una paga igual para todos. Porque esta parábola no nos quiere hacer pensar en la igualdad de los salarios, sino en la igualdad que brota de la mirada de amor del Señor y la disponibilidad de cada uno de sus hijos a ser parte de este hermoso proyecto.

El Reino de Dios es un regalo y la mayor paga que tenemos es la de ser parte del Pueblo de Dios. Demos gracias a Dios por habernos llamado, y pidámosle que no deje de llamar, por medio nuestro, a tantos hermanos.