Miércoles 19 de Julio de 2023 – San Mateo 11,25-27

martes, 18 de julio de
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Jesús dijo:”Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.Sí, Padre, porque así lo has querido.Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.”

Palabra de Dios

Padre Nicolás Ceballos | Sacerdote de la Diócesis de Mendoza

“Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Si, Padre, porque así lo has querido”

Con el Evangelio de hoy día te comparto 3 puntos importantes que nos ayudan a adentrarnos en el tema de la oración cristiana Jesús dice: “Te alabo”. La alabanza es una de las formas de la oración de los cristianos. En ella nos dirigimos a Dios reconociendo simplemente que él ES y ESTÁ. Si pensamos en el punto de partida de la oración es bien diferente a las demás formas de rezar. Por ejemplo, podemos realizar una oración de petición a Dios para que él intervenga en las historia y los acontecimientos o en los corazones de sus hijos con su gracia. Cuando pedimos para otros llamamos a ese diálogo con Dios como oración de intercesión. Por otro lado, podemos dirigirnos a Dios para agradecerle por esa intervención de su presencia, reconociendo que todo es obra de él. Es decir, pedimos “para que haga” y agradecemos “por lo que ha hecho”. En cambio en la oración de alabanza nos dirigimos a él no por sus actos y acciones, sino más bien por lo que él mismo es. Cuando, por gracia de Dios, hacemos la experiencia de quedar deslumbrados por su amor, belleza, grandeza y misericordia… brota la alabanza. Cuando alabamos hacemos una profesión de fe profunda en la que reconocemos que algo de Dios hemos captado. Algùn atributo, alguna característica, algo de su modo de ser nos ha cautivado. Y eso que hemos visto se convierte en oración que alaba, con un buen intencionado piropo divino a aquel que es todo amor y hermosura.

Jesús dice “Te alabo PADRE”. Un segundo punto para meditar sobre la oración cristiana es que ella está dirigida al Padre. La oración es la posibilidad de entrar en el íntimo diálogo de amor que el Padre y el Hijo tienen en el Espíritu Santo. Esto significa que cuando oramos debemos dirigir toda nuestra oración al Padre, como el Hijo nos ha enseñado. No significa que cuando oremos no debamos hablar con Jesús, con el Espíritu o con los Santos. Significa más bien, que la oración, nos debe llevar a reconocer que somos hijos en el Hijo. Cuando oramos aprendemos a ser hijos muy amados del Padre, necesitados de su cuidado y compañía para cada una de las empresas de nuestro día a día. De aquí que el Padrenuestro tenga una centralidad en nuestra vida de fe. Orando aprendemos cada día a ser hijos iguales de un Dios que es Padre de todos.

Jesùs dice también “porque has revelado estas cosas a los pequeños”. Cuando oramos, reconocemos a Dios como Padre y por eso nos reconocemos como hijos, aprendemos a ocupar nuestro justo lugar en la hermosura de la creación. Cuando oramos reconocemos que somos creaturas… esa es nuestra pequeñes y nuestra más bella grandeza. Frente al poder de Dios somos algo muy pequeño, pero frente al amor de Dios somo gigantes. ¡Porque Dios mira y ama nuestra pequeñez! ¡Y su amor nos hace sumamente valiosos!

El deseo con esta reflexión es que desde tu pequeñez te dirijas a tu Padre Dios y que lo alabes por aquello que en él has visto y te ha deslumbrado. Si querés alabá conmigo, ahora mismo, pero no te prives de alabarlo vos también en tu intimidad.

Te alabo Padre porque tu amor nos hace nuevos. Te alabo porque en tus manos está nuestra vida que cuidas con tanto amor y entrega. Te alabo por tu Hijo, nuestro Salvador que nos enseña a amarte como hijos y a confiar siempre en tu amor de Padre. Te alabo por el Espìritu Santo que nos has regalado, que llena de tu presencia a nuestra Iglesia y a los corazones de tus fieles. Te alabo por tu inmenso amor y misericordia. Y te alabo por el nuevo día que a todos nos regalás.

Que Dios te bendiga en este día y que puedas alabarlo con tus palabras y con tus obras.